miércoles, 29 de octubre de 2014

Transferencia y Contratransferencia.


Carrera: Licenciatura en Psicología
Materia: Psicología Clínica de Adultos

Docentes: Dra. Beatriz M. Rodríguez
        Lic. Gustavo Gaccetta

Alumna: Viviana Collado
Legajo: 8.638

Año: 2014


Introducción
El presente trabajo se propone la articulación del “Caso Marina” (segunda sesión) del programa “En terapia” con los temas de Trasferencia y Contratransferencia.

Reseña del Capítulo
Marina Generis (30 años), es médica, y trabaja como residente en un hospital de la Ciudad de Buenos Aires.
Está en pareja con Andrés desde hace dos años y comienza terapia a pedido de éste.
Están en un momento de la relación en el que: o apuestan a crecer como familia, formalizando la unión con el casamiento (que es lo que espera Andrés), o bien, se separan.
Esto se presenta para Marina como una encrucijada de la que no sabe cómo salir, pudiendo vislumbrarse en el transcurso de la sesión las dificultades y la angustia que esta situación le ocasiona a su vida y además se entremezcla con la confusión que se le presenta con la persona del analista, de quien se “enamora”.

Articulación Teórica
Marina comienza la sesión contando que le dijo que sí a Andrés: “me caso”... y continúa: “Sos el invitado de honor... No hay segundas intenciones ni nada para analizar”.
Todo esto se da luego de que la semana anterior le confesara a su analista que estaba enamorada de él...
En “Sobre la dinámica de la transferencia” S. Freud menciona que si la necesidad de amor de alguien no está satisfecha por la realidad (como es el caso de Marina quien dice querer a su pareja pero no amarlo y admite estar en un dilema sobre el futuro de esta relación) entonces ésta volcará su libido hacia cada nueva persona que aparezca (incluido el analista), tanto la porción consciente como la inconsciente…
-Marina: “Lo estoy engañando hace mucho tiempo (a Andrés), ¿me vas a decir que no te diste cuenta? Yo estoy enamorada de vos, esto se fue haciendo cada vez más fuerte y te volviste el centro de mi vida”.
En “Nuevas puntualizaciones sobre el amor de transferencia”, S. Freud señala que dicho enamoramiento “fue impuesto por la situación analítica y no se le puede atribuir a las excelencias de la persona del médico”, y aclara que dicho enamoramiento no es auspicioso para la cura ya que el paciente pierde todo interés por el tratamiento, no quiere oír más que de su amor y que su demanda le sea correspondida resignando sus síntomas o despreciándolos. (“te volviste el centro de mi vida”).
Esto se refleja claramente cuando el analista intenta anudar este sentimiento que ella confiesa con otras situaciones de su vida. Lo que deja entrever Marina es un fuerte enojo y molestia, responde con argumentos como: “dejá de analizar”, “qué tiene que ver esto que me decís con el amor que yo te planteo”, desestimando así todo intento de interpretación, de asociación, de trabajo analítico por parte del analista.
Se resiste a pensarlo, se niega a creer que esto que hoy siente y le pasa en su cuerpo no es tal cosa... eso a lo que ella llama “amor”...
Freud va a situar a la resistencia precisamente en estos momentos, en los momentos en que se deniegan las asociaciones libres. Se da, además, cuando aparece una ocurrencia relativa al médico.
“La trasferencia es por una parte la más fuerte resistencia al tratamiento y por otra, la condición del éxito en la cura. Entonces la trasferencia resulta apropiada como resistencia en la cura cuando es una trasferencia negativa o una positiva de mociones eróticas reprimidas”. (Freud; 1912).
La transferencia actúa como un importante resorte que impulsa el trabajo analítico. Mientras opera en favor del análisis se la debe sostener, en cambio si se muda en resistencia (transferencia erótica u hostil) debe hacerse consciente.
“La situación analítica es particularmente propicia para dar lugar al surgimiento de derivados de lo reprimido, estos se expresan en la forma de necesidades emocionales muy concretas dirigidas a la persona del analista. Ahora bien, simultáneamente, hará su aparición cierta resistencia contra lo reprimido falseando el sentido real de las circunstancias...” (Rodríguez; 2010).
-Analista: “Yo soy tu analista, no soy una opción real”...
-Marina: “Lo entiendo, lo sé, que sos mi analista y no puede pasar nada entre nosotros, pero mi cuerpo no sé si lo entiende”.
Queda excluido ceder o rechazar inamistosamente a las demandas del paciente derivadas de la transferencia. Superamos la transferencia demostrando al paciente que sus sentimientos no provienen de la situación actual y no valen para la persona del analista, sino que repiten lo que a él le ocurrió una vez con anterioridad. (Freud; 1917)
Marina: Acá estamos hablando de algo real, que estoy enamorada de vos… esa es la realidad.
Analista: “Yo quiero hablar de fantasías... Me acuerdo de algo que me contaste de cuando tenías 15 años... pensemos en ese periodo... (recuerda la historia en la que ella se enamora de alguien mayor, prohibido también, como huida de otra situación) ¿Que querés? ¿Ir de campamento conmigo y no volver nunca más? (como en aquel episodio pasado).
Freud plantea que ese amor es genuino, que no conlleva ningún rasgo nuevo que surja de la situación presente, sino que se compone de repeticiones y reacciones anteriores...
“Esta investidura se anudará a uno de los clisés preexistentes en la persona en cuestión o lo que es lo mismo, insertará al médico/analista en una de las series psíquicas que el paciente ha formado en ese momento.” (Freud; 1912).
Marina: la diferencia es que yo no quiero que me adoptes, quiero que me hagas el amor.
Analista: ¿Querés que te haga el amor o que te salve?
“Consentir la apetencia amorosa de la paciente pone fin a la posibilidad de influir mediante el tratamiento analítico. Uno debe guardarse de desviar la trasferencia amorosa, de ahuyentarla, y con igual firmeza uno se abstendrá de corresponderle. A la trasferencia de amor hay que retenerla pero tratarla como algo no real, como una situación por la que atraviesa la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconscientes, para poder ser gobernada”. (Freud; 1924).
Cuando el analista le propone indagar acerca de ese “sí” en respuesta al pedido de Andrés, del origen de esa afirmación verbal cuándo toda la semana lo que actuó respecto a esta decisión fue un
“no”...
Marina contesta: “¿Realmente no sabes de donde viene ese sí?, Porque vos me dijiste que no”.
Para Freud, la cura tiene que abrirse paso a pesar y a través de la trasferencia amorosa (erótica). No se realiza induciendo al paciente a sofocar aquello pulsional, a renunciar al amor, ya que este amor como se mencionó anterioromente, fue llevado a la superficie por la relación analítica.
Sí se debe dejar en claro y sostener las reglas básicas del análisis, como lo es la abstinencia.
La cura tiene que ser realizada en la abstinencia. “De parte del analista, no se debe satisfacer las demandas del paciente ni desempeñar los papeles que éste tiende a imponer”.
Esto posibilitará que se encamine el tratamiento hacia la dirección de la cura: lo que lo hace posible es el hecho de no perder el eje por parte del analista, de tener en claro su lugar en esa escena y su saber hacer con eso. Esto implica inevitablemente el conocimiento de sus propios sentimientos y también el alcance de sus propios límites. Conlleva además, una implicancia ética.
En relación al principio de Neutralidad, ésta alude también a la función del analista, en relación a sus interpretaciones y a poder soportar/sostener la transferencia limitándose a intervenir en determinadas circunstancias...
Todo esto nos remite nuevamente al saber hacer del analista.
Algo interesante para analizar también en este episodio es el papel del analista desde la contratransferencia.
Freud señala que es necesario que el analista esté en condiciones de detectarla y dominarla, algo que no sucede en esta sesión en el momento en que Marina pide ir al baño y el analista pierde el eje, no sabe cómo resolver la situación sin dejar salir a luz su nerviosismo e incomodidad.
Considero que se le dificultó por demás el manejo de esta situación, no pudo poner la distancia necesaria, ni lo hizo de manera pertinente.
Es clave para el buen manejo de la contratransferencia que el analista conozca y maneje adecuadamente sus deseos en relación al paciente. Que pueda detectar aquello del paciente que actúa como disparador de eso que él mismo actúa, y que siempre está en relación con sus propios deseos.
“la contratransferencia podrá ser concordante con el sentir del paciente o complementaria al mismo, pero siempre será una resistencia del analista, un monto de afecto que le impide el pensar analítico, originado en deseos inconscientes” (Rodríguez; 2010)



Fuentes Bibliográficas
Freud, Sigmund [1912] “Sobre la Dinámica de la Transferencia”; en Obras Completas, Vol. XII; Amorrortu Editores.
Freud, Sigmund [1914] “Nuevas puntualizaciones sobre el amor de Transferencia” ”; en Obras Completas, Amorrortu Editores.
Freud, Sigmund; [1917] “27° Conferencia, La Transferencia” ”; en Obras Completas, Amorrortu Editores.
Rodríguez, Beatriz M. “La sonrisa estúpida, reflexiones acerca de los estados afectivos en el terapeuta a propósito de un paciente operatorio”; en: Desde la clínica, Buenos Aires; Lugar Editorial, 2010
Rodríguez, Beatriz M. “Notas sobre transferencia”, en: Desde la Clínica; Buenos Aires; Lugar Editorial, 2010.




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