miércoles, 29 de octubre de 2014

Transferencia y Contratransferencia.


Carrera: Licenciatura en Psicología
Materia: Psicología Clínica de Adultos

Docentes: Dra. Beatriz M. Rodríguez
        Lic. Gustavo Gaccetta

Alumna: Viviana Collado
Legajo: 8.638

Año: 2014


Introducción
El presente trabajo se propone la articulación del “Caso Marina” (segunda sesión) del programa “En terapia” con los temas de Trasferencia y Contratransferencia.

Reseña del Capítulo
Marina Generis (30 años), es médica, y trabaja como residente en un hospital de la Ciudad de Buenos Aires.
Está en pareja con Andrés desde hace dos años y comienza terapia a pedido de éste.
Están en un momento de la relación en el que: o apuestan a crecer como familia, formalizando la unión con el casamiento (que es lo que espera Andrés), o bien, se separan.
Esto se presenta para Marina como una encrucijada de la que no sabe cómo salir, pudiendo vislumbrarse en el transcurso de la sesión las dificultades y la angustia que esta situación le ocasiona a su vida y además se entremezcla con la confusión que se le presenta con la persona del analista, de quien se “enamora”.

Articulación Teórica
Marina comienza la sesión contando que le dijo que sí a Andrés: “me caso”... y continúa: “Sos el invitado de honor... No hay segundas intenciones ni nada para analizar”.
Todo esto se da luego de que la semana anterior le confesara a su analista que estaba enamorada de él...
En “Sobre la dinámica de la transferencia” S. Freud menciona que si la necesidad de amor de alguien no está satisfecha por la realidad (como es el caso de Marina quien dice querer a su pareja pero no amarlo y admite estar en un dilema sobre el futuro de esta relación) entonces ésta volcará su libido hacia cada nueva persona que aparezca (incluido el analista), tanto la porción consciente como la inconsciente…
-Marina: “Lo estoy engañando hace mucho tiempo (a Andrés), ¿me vas a decir que no te diste cuenta? Yo estoy enamorada de vos, esto se fue haciendo cada vez más fuerte y te volviste el centro de mi vida”.
En “Nuevas puntualizaciones sobre el amor de transferencia”, S. Freud señala que dicho enamoramiento “fue impuesto por la situación analítica y no se le puede atribuir a las excelencias de la persona del médico”, y aclara que dicho enamoramiento no es auspicioso para la cura ya que el paciente pierde todo interés por el tratamiento, no quiere oír más que de su amor y que su demanda le sea correspondida resignando sus síntomas o despreciándolos. (“te volviste el centro de mi vida”).
Esto se refleja claramente cuando el analista intenta anudar este sentimiento que ella confiesa con otras situaciones de su vida. Lo que deja entrever Marina es un fuerte enojo y molestia, responde con argumentos como: “dejá de analizar”, “qué tiene que ver esto que me decís con el amor que yo te planteo”, desestimando así todo intento de interpretación, de asociación, de trabajo analítico por parte del analista.
Se resiste a pensarlo, se niega a creer que esto que hoy siente y le pasa en su cuerpo no es tal cosa... eso a lo que ella llama “amor”...
Freud va a situar a la resistencia precisamente en estos momentos, en los momentos en que se deniegan las asociaciones libres. Se da, además, cuando aparece una ocurrencia relativa al médico.
“La trasferencia es por una parte la más fuerte resistencia al tratamiento y por otra, la condición del éxito en la cura. Entonces la trasferencia resulta apropiada como resistencia en la cura cuando es una trasferencia negativa o una positiva de mociones eróticas reprimidas”. (Freud; 1912).
La transferencia actúa como un importante resorte que impulsa el trabajo analítico. Mientras opera en favor del análisis se la debe sostener, en cambio si se muda en resistencia (transferencia erótica u hostil) debe hacerse consciente.
“La situación analítica es particularmente propicia para dar lugar al surgimiento de derivados de lo reprimido, estos se expresan en la forma de necesidades emocionales muy concretas dirigidas a la persona del analista. Ahora bien, simultáneamente, hará su aparición cierta resistencia contra lo reprimido falseando el sentido real de las circunstancias...” (Rodríguez; 2010).
-Analista: “Yo soy tu analista, no soy una opción real”...
-Marina: “Lo entiendo, lo sé, que sos mi analista y no puede pasar nada entre nosotros, pero mi cuerpo no sé si lo entiende”.
Queda excluido ceder o rechazar inamistosamente a las demandas del paciente derivadas de la transferencia. Superamos la transferencia demostrando al paciente que sus sentimientos no provienen de la situación actual y no valen para la persona del analista, sino que repiten lo que a él le ocurrió una vez con anterioridad. (Freud; 1917)
Marina: Acá estamos hablando de algo real, que estoy enamorada de vos… esa es la realidad.
Analista: “Yo quiero hablar de fantasías... Me acuerdo de algo que me contaste de cuando tenías 15 años... pensemos en ese periodo... (recuerda la historia en la que ella se enamora de alguien mayor, prohibido también, como huida de otra situación) ¿Que querés? ¿Ir de campamento conmigo y no volver nunca más? (como en aquel episodio pasado).
Freud plantea que ese amor es genuino, que no conlleva ningún rasgo nuevo que surja de la situación presente, sino que se compone de repeticiones y reacciones anteriores...
“Esta investidura se anudará a uno de los clisés preexistentes en la persona en cuestión o lo que es lo mismo, insertará al médico/analista en una de las series psíquicas que el paciente ha formado en ese momento.” (Freud; 1912).
Marina: la diferencia es que yo no quiero que me adoptes, quiero que me hagas el amor.
Analista: ¿Querés que te haga el amor o que te salve?
“Consentir la apetencia amorosa de la paciente pone fin a la posibilidad de influir mediante el tratamiento analítico. Uno debe guardarse de desviar la trasferencia amorosa, de ahuyentarla, y con igual firmeza uno se abstendrá de corresponderle. A la trasferencia de amor hay que retenerla pero tratarla como algo no real, como una situación por la que atraviesa la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconscientes, para poder ser gobernada”. (Freud; 1924).
Cuando el analista le propone indagar acerca de ese “sí” en respuesta al pedido de Andrés, del origen de esa afirmación verbal cuándo toda la semana lo que actuó respecto a esta decisión fue un
“no”...
Marina contesta: “¿Realmente no sabes de donde viene ese sí?, Porque vos me dijiste que no”.
Para Freud, la cura tiene que abrirse paso a pesar y a través de la trasferencia amorosa (erótica). No se realiza induciendo al paciente a sofocar aquello pulsional, a renunciar al amor, ya que este amor como se mencionó anterioromente, fue llevado a la superficie por la relación analítica.
Sí se debe dejar en claro y sostener las reglas básicas del análisis, como lo es la abstinencia.
La cura tiene que ser realizada en la abstinencia. “De parte del analista, no se debe satisfacer las demandas del paciente ni desempeñar los papeles que éste tiende a imponer”.
Esto posibilitará que se encamine el tratamiento hacia la dirección de la cura: lo que lo hace posible es el hecho de no perder el eje por parte del analista, de tener en claro su lugar en esa escena y su saber hacer con eso. Esto implica inevitablemente el conocimiento de sus propios sentimientos y también el alcance de sus propios límites. Conlleva además, una implicancia ética.
En relación al principio de Neutralidad, ésta alude también a la función del analista, en relación a sus interpretaciones y a poder soportar/sostener la transferencia limitándose a intervenir en determinadas circunstancias...
Todo esto nos remite nuevamente al saber hacer del analista.
Algo interesante para analizar también en este episodio es el papel del analista desde la contratransferencia.
Freud señala que es necesario que el analista esté en condiciones de detectarla y dominarla, algo que no sucede en esta sesión en el momento en que Marina pide ir al baño y el analista pierde el eje, no sabe cómo resolver la situación sin dejar salir a luz su nerviosismo e incomodidad.
Considero que se le dificultó por demás el manejo de esta situación, no pudo poner la distancia necesaria, ni lo hizo de manera pertinente.
Es clave para el buen manejo de la contratransferencia que el analista conozca y maneje adecuadamente sus deseos en relación al paciente. Que pueda detectar aquello del paciente que actúa como disparador de eso que él mismo actúa, y que siempre está en relación con sus propios deseos.
“la contratransferencia podrá ser concordante con el sentir del paciente o complementaria al mismo, pero siempre será una resistencia del analista, un monto de afecto que le impide el pensar analítico, originado en deseos inconscientes” (Rodríguez; 2010)



Fuentes Bibliográficas
Freud, Sigmund [1912] “Sobre la Dinámica de la Transferencia”; en Obras Completas, Vol. XII; Amorrortu Editores.
Freud, Sigmund [1914] “Nuevas puntualizaciones sobre el amor de Transferencia” ”; en Obras Completas, Amorrortu Editores.
Freud, Sigmund; [1917] “27° Conferencia, La Transferencia” ”; en Obras Completas, Amorrortu Editores.
Rodríguez, Beatriz M. “La sonrisa estúpida, reflexiones acerca de los estados afectivos en el terapeuta a propósito de un paciente operatorio”; en: Desde la clínica, Buenos Aires; Lugar Editorial, 2010
Rodríguez, Beatriz M. “Notas sobre transferencia”, en: Desde la Clínica; Buenos Aires; Lugar Editorial, 2010.




miércoles, 22 de octubre de 2014

Transferencia y Contratransferencia en Terapia

Carrera: Licenciatura en Psicología

Asignatura: Psicología Clínica de Adultos


Docentes: Dra. Beatriz M. Rodríguez
                   Lic. Gustavo Gaccetta


Alumna: Verónica Rivarola
Año: 2014.

El presente trabajo tiene por objetivo reflexionar acerca de los fenómenos de Transferencia y Contratransferencia, a partir de la segunda sesión de Marina, paciente de la segunda temporada de la serie “En terapia” emitida por la TV Pública entre mayo y julio de 2012.
Marina es médica, tiene 34 años y trabaja como residente en un hospital. Tiene dos hermanos, su padre es un hombre ya mayor y su madre falleció cuando ella aún era una niña. Está en pareja con Andrés desde hace dos años. El motivo por el cual llega a terapia es justamente su temor a sabotear la relación con su novio, quien según dichos de Marina le dio el ultimátum para poner fecha de casamiento. Marina es paciente de Guillermo desde hace un año.
A partir de un encuadre caracterizado por ser relativamente constante y uniforme, y de la capacidad por parte del ser humano de dirigir investiduras libidinales de objeto sobre las personas, es deseable que en la situación analítica se establezca la transferencia. Es el manejo de ésta el desafío más grande en la práctica, y a la vez una oportunidad para observar el pasado del paciente y comprender sus conflictos en tanto permite poner en acto el clisé que éste repite a lo largo de su vida, y que se asienta en experiencias infantiles. Freud (1912) sostiene que “Es innegable que domeñar los fenómenos de la transferencia depara al psicoanalista las mayores dificultades, pero no se debe olvidar que justamente ellos nos brindan el apreciable servicio de volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los pacientes…”.
La transferencia debe ser pensada en dos corrientes: una positiva, de sentimientos tiernos, y una negativa, de sentimientos hostiles. La transferencia positiva posibilita en los inicios del análisis la predisposición del paciente para asociar y atenerse a la regla fundamental de decir todo lo que le venga a la cabeza. Con el correr de las sesiones, es probable que los sentimientos tiernos muten en transferencia erótica tomada por la resistencia, convirtiéndose de esta manera en un escollo para el obrar analítico.

Guillermo: Volvamos a la pregunta ¿de dónde viene ese sí?
Marina: ¿Realmente no sabes por qué le dije que sí? Porque vos me dijiste
 que no.
(Silencio)
Guillermo: ¿Porque yo te dije que no?
Marina: Bueno no lo dijiste con estas palabras, pero toda la situación fue un no rotundo ¿no? Igual no te preocupes que no te estoy acusando.
Guillermo: A mí me parece que sí. ¿Esperabas otra reacción? En tu fantasía ¿cómo tendría que haberte contestado yo cuando me dijiste que estás enamorada de mi? (hace gesto de entrecomillas)
Marina: Primero saca las comillas de estás enamorada de mí, porque la verdad es que es insultante y cobarde. Y segundo pará con eso de en tu fantasía, porque las fantasías son para chicas tontas. Acá estamos hablando de algo real y es que estoy enamorada de vos, como probablemente no lo vuelva a estar nunca más en mi vida de nadie. Esa es la realidad.

Como se puede apreciar en el fragmento anterior, la convicción de Marina respecto de sus sentimientos hacia el analista y el rechazo de éste al respecto constituye un alto en las asociaciones y atenta contra la cooperación que inicialmente facilitó la relación empática. Marina rebaja al analista a la condición de amado y se ofrece como deseable desde un erotismo exacerbado, transformándose entonces aquella voluntad para asociar libremente en resistencia. Todo el interés se retira del trabajo analítico y queda destinado a la demanda de ser correspondida.
La otra forma en la que la transferencia se convierte en obstáculo es su vertiente negativa. La paciente se vuelve confrontadora, agresiva y desafiante, y descalifica cualquier intento del analista de proseguir con el trabajo terapéutico.
Tanto la transferencia de sentimientos hostiles como la transferencia de tipo erótica se convierten en el transcurso del análisis es una barrera para avanzar en el camino hacia la cura.
Freud señala que la interpretación de la transferencia se constituye, en la práctica, en lo más dificultoso de llevar a cabo, y en esto es importante recordar que “hacer consciente lo inconsciente” no equivale a enunciar nuestro conocimiento al paciente a modo de esclarecimiento. Con ello se corre el riesgo de generar en éste el cese del trabajo analítico, contribuyendo a hacer más fuerte la resistencia. Es decir que el paciente se defiende de determinados hechos evitando recordarlos y por ende reelaborarlos en la situación analítica. En el caso de Marina, parece evidente que la paciente, mediante la exteriorización de su amor hacia el analista, evita traer el recuerdo de algún suceso acaecido en aquel verano con Celia y David. En relación a ello enuncia Freud (1917) que “…cuando le comunicamos nuestro saber, él no lo tiene en el lugar de su inconsciente, sino junto a eso, y es muy poco lo que ha cambiado”.

Guillermo: Creo que desde ese lugar, a tus 15 años, en ese momento, con un padre totalmente dependiente que simbolizaba todo lo oscuro, patético, incluso hasta lo desagradable; creo que desde ese lugar, David era un salvavidas para vos. Como yo ahora, creo, soy un refugio de Andrés, de todo lo que Andrés representa. Soy una alternativa de su dependencia, su ansiedad, lo poco masculino, lo poco sexy. Lo que ocurre acá entre nosotros es muy parecido a lo que ocurrió en aquel verano. Yo no soy una opción real. Pero sí un lugar donde te podes escapar, como con David al lago. ¿Qué queres, ir de campamento conmigo y no volver nunca más?
Marina: Con una diferencia. Yo no quiero que vos me adoptes. Quiero que me hagas el amor.
Guillermo: ¿Qué te haga el amor o que te salve?
Marina: (Suspira) Tengo que ir al baño.
En la explicación que Guillermo expone, los contenidos comunicados no tienen lugar en el inconsciente de Marina y por lo tanto no producen cambios en su posición. Por el contrario, suscitan la resistencia a la puesta en descubierto de las desfiguraciones emprendidas por la defensa, que se traducen en la detención del trabajo asociativo.
Si bien el conocimiento respecto del conflicto que aqueja al enfermo puede ser acertado, el ser comunicado no lo convierte en una interpretación, sino más bien en un señalamiento, y por ende no cumple con el objetivo de rectificar la cadena asociativa.
Freud sostiene que lejos de ser un obrar analítico, es un sinsentido contra una pasión sorda al discurso. Ante la aclaración de Guillermo, Marina responde poniéndose de pie para dirigirse al baño. La interpretación solo es tal si, ajustada y oportuna, es captada por el paciente, promoviendo asociaciones nuevas y por ende un cambio en la posición subjetiva.
La pregunta que inmediatamente surge es ¿Cómo debe comportarse el analista ante tan efusiva demanda?
Para responder a esta pregunta cabe recordar que la relación amorosa es un emergente de la situación analítica y tiene origen (al igual que cualquier enamoramiento) en fantasías sexuales infantiles. Por otra parte, no se debe olvidar que todos los vínculos y sentimientos están genéticamente relacionados con la sexualidad, aunque los percibamos como puros y no sensuales gracias al debilitamiento de la meta sexual por el ingreso a la cultura.
El analista, no debe entonces corresponder a la demanda de amor, ya que la concreción de la relación amorosa pone fin a cualquier posibilidad de cura. Al satisfacer el pedido, el analista se coloca como uno más de los objetos de la serie y alimenta el clisé de la paciente. 
El analista debe colocarse como objeto en esa relación de amor, pero tratándola como algo no real. Debe tener en claro que es producto de la situación de análisis y que tiene un origen inconsciente que debe ser traído a la conciencia para su tramitación.
Por otra parte, el analista se apartaría de la regla de abstinencia sobre la que se sustenta no solo la practica, sino también la ética del psicoanálisis, esto es, “velamos por la autonomía del enfermo aprovechando la sugestión para hacerle cumplir un trabajo psíquico que tiene como consecuencia una mejoría duradera de la situación psíquica” (Freud; 1912). Si el analista accede al pedido de amor con pleno conocimiento de sus orígenes se encontraría haciendo uso del poder que le otorga su posición, es decir, influenciando al paciente a partir de la sugestión, e imponiendo significados en tanto responde a la demanda con satisfacciones sustitutivas.
La contratransferencia refiere a aquellos sentimientos y deseos que experimenta el analista en relación al paciente y que están relacionados con su propia modalidad de establecer vínculos. Ante estos afectos, cuya emergencia al igual que la transferencia es inevitable, el analista debe abstenerse de actuarlos.

Guillermo: Prefiero que los pacientes utilicen el baño del consultorio.
Marina: Sí, me imagino. Pero me dijiste que estaba descompuesto el baño,
 entonces…
Guillermo: Sí… dejemos acá, nos quedan 10 minutos.
Marina: ¿Qué?
Guillermo: Lo recuperamos la próxima, si te parece bien.
Marina: (con mirada desafiante) Tenes miedo. ¿De qué tenes miedo? ¿De qué me vea tu mujer? ¿O de que yo la vea a ella sentada en un sillón con ruleros tomando cerveza? ¿Esta acá? ¿Está en la casa?
Guillermo: No tiene nada que ver con mi mujer, es solo que no me parece
adecuado.
Marina: (se aleja sonriendo) Está bien, si tanto te jode. Seguro que no te enseñaron esto en la facultad. (Se vuelven a sentar enfrentados) ¿Qué hacer ante la siguiente situación?: una paciente enamorada de su analista le pide usar el baño del consultorio, el baño del consultorio está roto, le pide usar el baño de la casa, ¿Qué tiene que hacer el analista? Respuesta correcta: depende de qué sienta el analista por su paciente.
Guillermo: Creo que el asunto del baño está fuera de contexto. Quizás reaccioné un poco… bueno… no sé, podríamos interpretarlo…
Guillermo, efectivamente cede ante el acoso de Marina. Su reacción denota la interferencia de afectos propios que no le permiten mantenerse neutral y abstinente como se espera. Algo de sus propios impulsos amorosos y hostiles en relación a las circunstancias que la paciente actualiza en la terapia queda manifiesto sin que pueda desplazarlos. Sobre esta cuestión Freud (1912) hace notar la importancia de que el mismo analista “se halla sometido a una purificación psicoanalítica, y tomado consciencia de sus propios complejos que pudieran perturbarlo para aprehender lo que el analizado le ofrece”. Solo así podrá conformarse una relación entre inconscientes, donde el enfermo se atenga a la regla de asociar libremente, y el analista logre mantener una atención libremente flotante.


BIBLIOGRAFÍA
- En terapia. Capítulo 6 disponible en https://www.youtube.com/watch?v=YxSM9zbMnAA
- Freud, Sigmund, (1912) “Sobre la dinámica de la transferencia”. en Obras Completas, Vol. XII; Buenos Aires; Amorrortu Editores.
- Freud, Sigmund, (1915). “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”; en Obras Completas, Vol. XII; Buenos Aires; Amorrortu Editores.
- Freud, Sigmund; (1917) 27ª Conferencia. “La transferencia”; en Obras Completas, Vol. XVI, Buenos Aires. Amorrortu Editores.
- Freud, Sigmund; (1937); “Análisis terminable e interminable”; en Obras Completas, Vol. XXIII, Buenos Aires, Amorrortu Editores.
- Rodríguez, Beatriz M., “La sonrisa estúpida. Reflexiones acerca de los estados afectivos en el terapeuta, a propósito de un paciente operatorio”, en: Desde la Clínica, Buenos Aires, UdeMM, 2010.
- Rodríguez, Beatriz M., “Notas sobre transferencia” en: Desde la Clínica, Buenos Aires, UdeMM, 2010.
- Rodríguez, Beatriz M., “Sobreadaptación y órgano-neurosis” en: Desde la Clínica, Buenos Aires, UdeMM, 2010.

viernes, 10 de octubre de 2014

“Articulación Teórica”



Carrera: Licenciatura en Psicología
Asignatura: Psicología Clínica de Adultos

Docentes: Dra. Beatriz M. Rodríguez
                 Lic. Guatavo Gaccetta

Alumna: María Mercedes Salaverry
Año: 2014

PROGRAMA “EN TERAPIA”
CAPITULO 6: “MARINA”
RESEÑA:
El capítulo comienza unos minutos antes de la sesión con Marina, médica  residente, quien con anterioridad le ha confesado en otra sesión, su amor al analista.
El consultorio funciona en el living de la casa del analista. La primera escena se desarrolla en el baño del consultorio, cuyo inodoro se ha tapado, y Guillermo, (el analista), infructuosamente intenta destapar; llama a su mujer, que le propone habilitar el baño del piso superior para los pacientes ese día, hasta tanto se solucione el problema.
Guillermo está inquieto, malhumorado, manifiesta disconformidad con la solución propuesta por su mujer, que  desestima el problema y  considera  no tiene la magnitud que el marido le imprime.
Hay malestar entre ellos, que visiblemente proviene de otras circunstancias que exceden al problema doméstico del baño.
Suena el timbre y aparece Marina,  se sienta  en el sofá frente a él y le cuenta en principio, que ha aceptado la propuesta matrimonial de su novio Andrés.
Le comunica que han decidido con su novio convertirlo en “su invitado de honor”, junto con su mujer.
Él indaga la naturaleza de esta manifiesta alegría, a lo que Marina va contestando  con una sonrisa, que esta decisión es  una manera de esquivar su estado de depresión, su forma de calmarse.
Guillermo le hace una observación, en referencia al cambio de “profundidad” de la sesión pasada, con esta “calma” actual, recurriendo a una metáfora donde un buzo en las profundidades del mar, evita la falta de aire ascendiendo a la superficie calma.
Cuando él propone volver a las “profundidades”, ella dice no querer tener una sesión deprimente.
Relata una visita a la casa de la ex mujer de Andrés, que tiene un bebé, y va describiendo el encuentro con imágenes acompañadas con sensaciones de miedo a quedar atrapada en esa situación familiar tan poco, a su decir, atractiva, y carente de sensualidad.
Se pregunta por qué Andrés la llevó a esa reunión, y qué habrá querido provocar en ella con ese encuentro.
El analista le pregunta qué le preocupa de ese encuentro. Ella va enumerando razones de preocupación y desprecio, hasta llegar a decir que el novio (que es analista), es un mediocre, que si no es bueno en el amor tampoco lo será como profesional. Lo dice de una manera enredada, como buscando complicidad en sus afirmaciones.
“¿De dónde viene ese sí?” pregunta Guillermo refiriéndose a la aceptación de la propuesta matrimonial de su novio.
 “Porque vos me dijiste que no”, le responde Marina.
 Él la remite a una historia de la adolescencia, próxima a la muerte de su madre, en la cual ella manifestó querer ser adoptada por un matrimonio amigo, y fundamentalmente por el hombre, con quien tenía una empatía muy particular; y propone  a Marina  pensar  este “enamoramiento”  hacia él, como  una manera actualizada del  desear  ser adoptada por aquel hombre.
“Hacer el amor y no adoptar” plantea ella, “salvar y no hacer el amor” contesta él, todas posibilidades que se barajan entre paciente y analista, para intentar interpretar esta situación amorosa transferencial.
Marina interrumpe la sesión  para ir al baño, y Guillermo, manifiestamente inquieto,  intercepta  la puerta, le explica que está tapado, y le propone  dar por finalizada la sesión. Ella  pide pasar al baño de la casa, el de arriba, a lo que Guillermo se niega.
“Tenes miedo, ¿de qué tenes miedo? ¿De que me vea tu mujer?”
Ella busca permanentemente que él se reconozca también enamorado, que se corra del lugar de analista y le confiese su amor, que supone, está inhibido de manifestar por su rol.

ANALISIS  DEL CAPITULO 
ARTICULACION CON LOS CONCEPTOS DE TRANSFERENCIA Y CONTRATRANSFERENCIA
Como dice Freud, “esta frágil mujer, se ha enamorado del médico que la analiza” (1).
Plantea además que “la enferma ya no intelige nada, parece absorta en su enamoramiento, y semejante mudanza sobreviene con toda regularidad en un punto temporal en que fue preciso alentarla a admitir o recordar un fragmento muy penoso y fuertemente reprimido de su biografía” (1).
Como manera de exteriorizar la resistencia a sumergirse en las profundidades, (parafraseando la metáfora utilizada en sesión por Guillermo sobre la actividad de buceo), Marina se enamora de él, y se enoja con el “encomillado” con que  refiere  su sentimiento , por sentirse desestimada y tratada con  “dulzura” (“qué dulce”), en lugar de la deseada  respuesta pasional.
Resulta interesante ver cómo se toman, en el capítulo, las dificultades vinculares del analista con su esposa, representadas en el episodio del baño tapado; como aquello que no debe mostrarse, que deja al descubierto las miserias cotidianas, y pone en juego el límite de lo público y lo privado. Arriba, está la vida familiar del analista, aquello que por encuadre no debe mostrarse, abajo, el baño tapado, evidenciando que algo de lo personal no funciona bien, y el paciente no debe saberlo.  Como expresa Freud: “el médico no debe ser trasparente para el analizado, sino, como la luna de un espejo, mostrar sólo lo que le es mostrado”. (2)
Mucho más aún, porque no es cualquier paciente la que está por llegar, a juzgar por el devenir de los capítulos siguientes, y porque halagado ante el amor de Marina, él accede al mismo, pese a los intentos inútiles de interpretar.
Este volver amorosamente sobre la paciente, es expresión de contratransferencia. No le es fácil a Guillermo hacer frente al acoso afectivo de Marina, teniendo en cuenta además, su tambaleante relación matrimonial.
Pero como expresa Freud, él técnicamente no debiera intervenir como individualidad psicosocial, sino mantener la función de interpretar y soportar la transferencia, cumpliendo el principio de neutralidad. (3)
“Las formas que estas intrigantes mujeres se las ingenian para seducirnos y cautivarnos con todas las perfecciones psíquicas concebibles hasta lograr su propósito”, dice Freud, y agrega, “es penoso para el varón hacer el papel de quien rechaza mientras la mujer lo corteja”, “una magia incomparable emana de aquella dama de elevados principios que confiesa su pasión”.(4)
El análisis emprendido ha mudado en resistencia, por la calidad de la inclinación amorosa, que procede de la necesidad sexual, y la transferencia es positiva.
Pero para constituirse en instrumento para el análisis, el analista deberá rehuir las demandas derivadas de la transferencia por parte de la paciente, por constituir la repetición de lo que con anterioridad le fue acontecido. Y deberá entonces proponer a la paciente mudar esta repetición en recuerdo.
Así, de amenaza, la transferencia logra convertirse  en instrumento para la cura, y solo en transferencia operativa, la paciente podría analizarse exitosamente. (Neurosis de transferencia). (5)

CONCLUSION
Es interesante el análisis de este capítulo, recortado entre toda la serie de capítulos, donde se puede apreciar puntualmente la transferencia positiva, con la carga amorosa hacia el analista y el esfuerzo constante de éste por interpretar; la resistencia , y su articulación con los distintos textos, que aunque parezcan en algunos casos obsoletos en su concepción del hombre y la mujer de otra época y otra sociedad, tienen puntos en común con estos dos personajes de ficción, y la sesión analítica en escena.

REFERENCIAS:
1.-Freud, S. [1915] “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”. En: Obras Completas. Vol. XII. Buenos Aires, Amorrortu, 1990.
2.- Freud, S. [1912] “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”. En: Obras Completas. Vol. XII. Buenos Aires, Amorrortu, 1990.
3.- Gaccetta G. “Principio de abstinencia y neutralidad”. Comunicación personal.
4.- Rodríguez, B. “Notas sobre transferencia”. En: Desde la Clínica. Buenos Aires, UdeMM, 2010.
5.- Freud, S. [1912] “Sobre la dinámica de la transferencia”. En Obras Completas. Vol. XII. Buenos Aires, Amorrortu, 1990.
  

miércoles, 1 de octubre de 2014

LA REALIDAD VIRTUAL Y EL SUEÑO



Carrera: Licenciatura en Psicología
Asignatura: Psicoanálisis I

Profesora Titular: Beatriz M. Rodríguez
Profesor Adjunto: Gustavo Caccetta

Alumna: María Tamini
Ciclo lectivo: 2014

El siguiente trabajo da cuenta de la relación entre el artículo escrito por la Dra. Rodríguez (2012), titulado “Realidad virtual y psicoanálisis”,  y  el Capítulo VII del libro “La interpretación de los sueños” (1899), de S. Freud.

La realidad virtual y el sueño
En primera instancia voy a comparar las similitudes que hay entre la realidad virtual, con la que hoy convivimos debido al avance de los medios de comunicación y tecnológicos,  con el sueño.
En su artículo la Dra. Rodríguez (2012), describió realidad virtual como “un sistema tecnológico basado en el empleo de ordenadores y otros dispositivos, cuyo fin es producir una apariencia de materialidad, generando en el usuario la sensación de estar inmerso en ella”. Una realidad que establece una nueva relación entre “lo posible” y “lo probable”, supera las barreras espaciotemporales y configura un contexto de intercambio y comunicación sin límite y puede dar lugar a la creación de identidades múltiples
En el sueño, parecería ocurrir algo muy parecido. El soñar también tiene un procedimiento por el cual parecería que nos sumergimos en una aparente realidad. Es por un cumplimiento de deseo inconsciente que el proceso de pensamiento del durmiente se muda en un sueño. El sueño es un acto psíquico.  Es una formación plena de sentido. El cumplimiento del deseo es la fuerza impulsora. La condición principal para que se forme el sueño es que el alma se encuentre en el estado del dormir. El estado de dormir posibilita la formación del sueño cuanto rebaja la censura endopsíquica. Se clausura el mundo exterior. El guardián del dormir, el preconsciente, cierra la puerta de la motilidad, y deja el escenario libre para que los deseos inconcientes pululen, sin riesgo a que se lleve a cabo una acción motora.
El trabajo del sueño, mediante  el desplazamiento, la regresión, la condensación y la figurabilidad en imágenes sensibles, lleva a objetivar el pensamiento en el sueño,  y es figurado como escena o según creemos es vivenciado.
El escenario de los sueños se vale del presente del mismo y con el mismo derecho que el ensueño diurno. El presente es el tiempo en que el deseo se figura como cumplido.
Podemos tomar como ejemplo de lo anteriormente descripto, el relato del sueño del padre que velando a su hijo se duerme y  en el sueño se le presenta su hijo vivo y hablándole. En vez de despertarse, éste prosiguió con su dormir porque en el sueño se cumplía el deseo de que su hijo estuviera vivo.
Una de las diferencia entre el proceso de la realidad virtual mediante los medios de comunicación que hoy vivimos y el proceso del sueño, que aparenta una realidad material mientras estamos soñando, es que en la primera uno elige conectarse y con “quien”, utilizar tal o cual medio o no utilizarlo, a veces a expensas de quedar como objeto y creyendo que es una relación verdadera; en cambio en el sueño uno no elige cuál será el escenario del sueño, ni con qué soñará, es el momento en que los deseos reprimido inconscientes infantiles tratan de sortear las barreras de la censura para penetrar en la conciencia, mediante el trabajo del sueño.
“Lo inconsciente es lo psíquico verdaderamente real, nos es tan desconocido en su naturaleza interna como lo real del mundo exterior, y nos es dado por los datos de la conciencia de manera tan incompleta como lo es el mundo exterior por las indicaciones de nuestros órganos sensorial” (Freud; 1900).
Mediante el psicoanálisis, al interpretar el sueño, podemos tomar conciencia de esos deseos reprimidos, acercarnos al ombligo del sueño y conocer esos “demonios” ocultos que trabajan en nuestra conducta más allá de nuestra conciencia.

El aparato psíquico y el proceso del sueño
Freud representa al aparato psíquico como un instrumento compuesto por elementos a los que llamará instancias o sistemas.
Toda nuestra actividad psíquica parte de estímulos  (internos o externos) y termina en alguna acción motriz. El sistema tiende a la descarga producida por la excitación del sistema preceptivo. Tiene un sistema sensorial y un sistema motor. En el extremo sensorial se encuentra un sistema que recibe las percepciones y en el extremo motor, otro que permite la motilidad.
Hay una instancia criticadora, la cual toma el nombre de Preconsciente, que mantiene con la conciencia relaciones más estrechas que la instancia criticada. La primera guía nuestra vida de vigilia y decide sobre nuestro obrar consiente voluntario, y se ubica en el extremo motor. La segunda instancia, la criticada, es llamada Inconciente. Porque no tiene acceso a la conciencia, si no es por vía del preconsciente. Ambos sistemas están conformados por huellas mnémicas.
Como todas las otras formaciones de pensamiento esta excitación onírica exteriorizará el afán de proseguir dentro del Preconsciente y alcanzar desde ahí el acceso a la conciencia
El proceso psíquico trascurre en general desde el extremo de la percepción hacia el de la motilidad. El proceso del sueño es inverso, parte del extremo motor en forma regrediente hacia el extremo perceptivo.
El soñar parece realizar un viaje hacia esa realidad psíquica desconocida

Procesos primario y secundario
Otro tema a relacionar con la realidad virtual, es el proceso primario  y secundario.
El aparato psíquico ha de estar construido como un aparato de reflejos. El proceso del reflejo sigue siendo el modelo de toda operación psíquica. Su trabajo es regulado por el afán de evitar la acumulación de excitación y de mantenerse en lo posible carente de excitación. A este proceso reflejo lo llamo proceso primario.
La acumulación de la excitación, es percibida como displacer y pone en actividad al aparato a fin de producir de nuevo el resultado de la satisfacción; en ésta el aminoramiento de la excitación es sentido como placer. A una corriente de esa índole producida dentro del aparato que arranca del displacer y apunta al placer la llamamos deseo. Dicho deseo es capaz de poner en movimiento al aparato, en tanto que el decurso de la excitación dentro de éste es regulado automáticamente por las percepciones de placer y displacer.
El trabajo de la segunda actividad, llamado proceso secundario,  es evitar que la investidura mnémica avance hasta la percepción y desde allí ligue las fuerzas psíquicas, tendría que conducir a la excitación que partía del estímulo de la necesidad por un rodeo que finalmente, por vía de la motilidad voluntaria, modificará el mundo exterior de modo tal que pudiera sobrevenir la percepción real del objeto de satisfacción.
La actividad del primer sistema psíquico está dirigida al libre desagote de las cantidades de excitación; mientras el segundo sistema produce una inhibición de este desagote.
Según lo descripto anteriormente, en el sueño trabaja el proceso primario.
El sueño que cumple sus deseos por el corto camino regrediente, no ha hecho sino conservarnos un testimonio del modo de trabajo primario de nuestro aparato psíquico, que fue abandonado por inadecuado. “Parece confinado a la vida nocturna lo que una vez, cuando la vida psíquica era todavía joven y defectuosa, dominó la vigilia” (Freud; 1900).
El sueño es en todos los casos un cumplimiento de deseo porque es una operación del sistema Inconciente, que no conoce en su trabajo ninguna otra meta más que el cumplimiento del deseo, ni dispone de otras fuerzas que no sean las mociones de deseo
El soñar, en su conjunto, es una regresión a la condición más temprana del soñante, una reanimación de su infancia, de las mociones pulsionales que lo gobernaron entonces y de los modos de expresión de que disponía.
La función del sueño actúa como una válvula de liberación.
Parece que a medida que vamos dominando nuestra vida pulsional mediante la actividad del pensamiento renunciamos cada vez más, por inútil, a la formación o conservación de deseos tan intensos como los que el niño conoce.
Dejando de lado al sueño y enfocándonos en la vida de vigilia podemos observar que hoy vivimos en un mundo donde se promueve la inmediatez,  la ansiedad, hay que vivir el ahora, no postergar, parece haber una regresión hacia los actos reflejo-pulsionales de la infancia.
Hay una evolución tecnológica que (…) de alguna manera está modificando la manera en que pensamos. Estos nuevos sistemas, apuntan a la descarga directa pulsional, sin aplazamiento ninguno. En la vida anímica de los usuarios, está ganando mayor terreno el proceso primario.
La cantidad de estímulos constante que estamos recibiendo nos lleva a perder  concentración. Estamos muy conectados virtualmente, pero cada vez menos conectados en la realidad. Nuestra conciencia va perdiendo eficacia porque hay mayor dispersión y baja concentración. El proceso secundario, que se nutre de las experiencias para poder postergar la descarga y obtener mayor satisfacción en una descarga adecuada, pareciera no ser tomado en cuenta. El principio de placer está avanzando sobre el principio de realidad. (…)
Los procesos de pensamiento carecen de cualidad, salvo las excitaciones de placer y displacer que los acompañan, que deben mantenerse refrenadas como perturbación posible de pensar. Para prestarles una cualidad son asociados en el ser humano con los recuerdos de palabra, cuyos restos de cualidad bastan para atraer sobre sí la atención de la conciencia y para volcar sobre el pensar, desde esta una nueva investidura móvil.
Las palabras nos sirven para representar nuestros pensamientos y sentimientos.
Como describe la Dra. Rodríguez, las comunicaciones virtuales pueden prescindir absolutamente de la representación palabra recurriendo a imágenes llamadas emoticones, que representan estados de ánimo, actividades etc.
 Los mensajes que se envían son cortos, fragmentados, sin puntuación, un código aparte.
La lectura, que promueve la incorporación de vocabulario, la creatividad del pensamiento, la imaginación, ha sido reemplazada por algunas personas, por juegos en línea, la televisión, algo que calma la ansiedad de manera más rápida.
Los niños de hoy crecen en una nueva realidad, donde están en sintonía con máquinas en lugar de con personas. Esto llevará a un déficit en el contacto con otros y en la conversación. También, toda esa dedicación a los dispositivos digitales implica una merma en el tiempo compartido con otras personas, que es nuestro modo de aprender a leer el lenguaje no verbal. Se convierten en torpes para decodificar “cara a cara” una actitud.
En los adultos la incapacidad de resistir el deseo de revisar la casilla de email o Facebook en lugar de concentrarse en el interlocutor, nos conduce al desinterés por lo que ocurre aquí ahora.
Como dice Platón…” el virtuoso se contenta con soñar lo que el malvado hace realmente”
Hoy en día podemos considerar  como una virtud el poder ser consientes de estos procesos, y darle mayor campo de acción al proceso secundario, mediante la identidad de pensamiento, el poder elaborar conexión de pensamientos sin perderse en las intensidades. El proceso secundario inhibe las pulsiones del inconcientes en pos de un principio de realidad, que tendrá como resultado una mayor satisfacción que el obtenido por el principio del placer,                                                                                                                                                                            

Bibliografía
·       Freud, Sigmund [1900] “La interpretación de los sueños” en: Obras  completas, Volumen V. Buenos Aires, Amorrortu Editores.
·   Rodríguez, Beatriz M. [2010] “Realidad virtual y Psicoanálisis” en ATENEA Publicación Académica de la UdeMM; Año IX; Nº 9; noviembre de 2012.