Carrera: Licenciatura en Psicología
Asignatura: Psicología Clínica de Adultos
Docentes: Dra. Beatriz M. Rodríguez
Lic. Gustavo Gaccetta
Alumna: Verónica
Rivarola
Año: 2014.
El presente trabajo tiene por objetivo reflexionar
acerca de los fenómenos de Transferencia y Contratransferencia, a partir de la
segunda sesión de Marina, paciente de la segunda temporada de la serie “En terapia” emitida por la
TV Pública entre mayo y julio de 2012.
Marina es médica, tiene 34 años y trabaja como
residente en un hospital. Tiene dos hermanos, su padre es un hombre ya mayor y
su madre falleció cuando ella aún era una niña. Está en pareja con Andrés desde
hace dos años. El motivo por el cual llega a terapia es justamente su temor a
sabotear la relación con su novio, quien según dichos de Marina le dio el
ultimátum para poner fecha de casamiento. Marina es paciente de Guillermo desde
hace un año.
A partir de un encuadre caracterizado por ser
relativamente constante y uniforme, y de la capacidad por parte del ser humano
de dirigir investiduras libidinales de objeto sobre las personas, es deseable
que en la situación analítica se establezca la transferencia. Es
el manejo de ésta el desafío más grande en la práctica, y a la vez una oportunidad
para observar el pasado del paciente y comprender sus conflictos en tanto
permite poner en acto el clisé que éste repite a lo largo de su vida, y que se
asienta en experiencias infantiles. Freud (1912) sostiene que “Es innegable que domeñar los fenómenos de
la transferencia depara al psicoanalista las mayores dificultades, pero no se
debe olvidar que justamente ellos nos brindan el apreciable servicio de volver
actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los
pacientes…”.
La transferencia debe ser pensada en dos corrientes:
una positiva, de sentimientos tiernos, y una negativa, de sentimientos
hostiles. La transferencia positiva posibilita en los inicios del análisis la
predisposición del paciente para asociar y atenerse a la regla fundamental de
decir todo lo que le venga a la
cabeza. Con el correr de las sesiones, es probable que los
sentimientos tiernos muten en transferencia erótica tomada por la resistencia,
convirtiéndose de esta manera en un escollo para el obrar analítico.
Guillermo: Volvamos a la pregunta ¿de dónde viene ese
sí?
Marina: ¿Realmente no sabes por qué le dije que sí?
Porque vos me dijiste
que no.
(Silencio)
Guillermo: ¿Porque yo te dije que no?
Marina: Bueno no lo dijiste con estas palabras,
pero toda la situación fue un no rotundo ¿no? Igual no te preocupes que no te
estoy acusando.
Guillermo: A mí me parece que sí. ¿Esperabas otra
reacción? En tu fantasía ¿cómo tendría que haberte contestado yo cuando me
dijiste que estás enamorada de mi? (hace gesto de entrecomillas)
Marina: Primero saca las comillas de estás
enamorada de mí, porque la verdad es que es insultante y cobarde. Y segundo pará
con eso de en tu fantasía, porque las fantasías son para chicas tontas. Acá
estamos hablando de algo real y es que estoy enamorada de vos, como
probablemente no lo vuelva a estar nunca más en mi vida de nadie. Esa es la
realidad.
Como se puede apreciar en el fragmento anterior, la
convicción de Marina respecto de sus sentimientos hacia el analista y el
rechazo de éste al respecto constituye un alto en las asociaciones y atenta
contra la cooperación que inicialmente facilitó la relación empática. Marina
rebaja al analista a la condición de amado y se ofrece como deseable desde un
erotismo exacerbado, transformándose entonces aquella voluntad para asociar
libremente en resistencia. Todo el interés se retira del trabajo analítico y
queda destinado a la demanda de ser correspondida.
La otra forma en la que la transferencia se convierte
en obstáculo es su vertiente negativa. La
paciente se vuelve confrontadora, agresiva y desafiante, y descalifica
cualquier intento del analista de proseguir con el trabajo terapéutico.
Tanto la transferencia de sentimientos hostiles como la
transferencia de tipo erótica se convierten en el transcurso del análisis es
una barrera para avanzar en el camino hacia la cura.
Freud señala que la interpretación de la transferencia
se constituye, en la práctica, en lo más dificultoso de llevar a cabo, y en
esto es importante recordar que “hacer consciente lo inconsciente” no equivale
a enunciar nuestro conocimiento al paciente a modo de esclarecimiento. Con ello
se corre el riesgo de generar en éste el cese del trabajo analítico,
contribuyendo a hacer más fuerte la resistencia. Es decir que el paciente se defiende
de determinados hechos evitando recordarlos y por ende reelaborarlos en la
situación analítica. En el caso de Marina, parece evidente que la paciente,
mediante la exteriorización de su amor hacia el analista, evita traer el
recuerdo de algún suceso acaecido en aquel verano con Celia y David. En
relación a ello enuncia Freud (1917) que “…cuando
le comunicamos nuestro saber, él no lo tiene en el lugar de su inconsciente,
sino junto a eso, y es muy poco lo que ha cambiado”.
Guillermo: Creo que desde ese lugar, a tus 15 años,
en ese momento, con un padre totalmente dependiente que simbolizaba todo lo
oscuro, patético, incluso hasta lo desagradable; creo que desde ese lugar,
David era un salvavidas para vos. Como yo ahora, creo, soy un refugio de Andrés,
de todo lo que Andrés representa. Soy una alternativa de su dependencia, su
ansiedad, lo poco masculino, lo poco sexy. Lo que ocurre acá entre nosotros es
muy parecido a lo que ocurrió en aquel verano. Yo no soy una opción real. Pero
sí un lugar donde te podes escapar, como con David al lago. ¿Qué queres, ir de
campamento conmigo y no volver nunca más?
Marina: Con una diferencia. Yo no quiero que vos
me adoptes. Quiero que me hagas el amor.
Guillermo: ¿Qué te haga el amor o que te salve?
Marina: (Suspira) Tengo que ir al baño.
En la explicación que Guillermo expone, los contenidos
comunicados no tienen lugar en el inconsciente de Marina y por lo tanto no
producen cambios en su posición. Por el contrario, suscitan la resistencia a la
puesta en descubierto de las desfiguraciones emprendidas por la defensa, que se
traducen en la detención del trabajo asociativo.
Si bien el conocimiento respecto del conflicto que
aqueja al enfermo puede ser acertado, el ser comunicado no lo convierte en una
interpretación, sino más bien en un señalamiento, y por ende no cumple con el
objetivo de rectificar la cadena asociativa.
Freud sostiene que lejos de ser un obrar analítico, es
un sinsentido contra una pasión sorda al discurso. Ante la aclaración de
Guillermo, Marina responde poniéndose de pie para dirigirse al baño. La
interpretación solo es tal si, ajustada y oportuna, es captada por el paciente,
promoviendo asociaciones nuevas y por ende un cambio en la posición subjetiva.
La pregunta que inmediatamente surge es ¿Cómo debe
comportarse el analista ante tan efusiva demanda?
Para responder a esta pregunta cabe recordar que la
relación amorosa es un emergente de la situación analítica y tiene origen (al
igual que cualquier enamoramiento) en fantasías sexuales infantiles. Por otra
parte, no se debe olvidar que todos los vínculos y sentimientos están
genéticamente relacionados con la sexualidad, aunque los percibamos como puros
y no sensuales gracias al debilitamiento de la meta sexual por el ingreso a la
cultura.
El analista, no debe entonces corresponder a la demanda
de amor, ya que la concreción de la relación amorosa pone fin a cualquier
posibilidad de cura. Al satisfacer el pedido, el analista se coloca como uno más
de los objetos de la serie y alimenta el clisé de la paciente.
El analista debe colocarse como objeto en esa relación
de amor, pero tratándola como algo no real. Debe tener en claro que es producto
de la situación de análisis y que tiene un origen inconsciente que debe ser
traído a la conciencia para su tramitación.
Por otra parte, el analista se apartaría de la regla de
abstinencia sobre la que se sustenta no solo la practica, sino también la ética
del psicoanálisis, esto es, “velamos por
la autonomía del enfermo aprovechando la sugestión para hacerle cumplir un
trabajo psíquico que tiene como consecuencia una mejoría duradera de la
situación psíquica” (Freud; 1912). Si el analista accede al pedido de amor
con pleno conocimiento de sus orígenes se encontraría haciendo uso del poder
que le otorga su posición, es decir, influenciando al paciente a partir de la
sugestión, e imponiendo significados en tanto responde a la demanda con
satisfacciones sustitutivas.
La contratransferencia refiere a aquellos sentimientos
y deseos que experimenta el analista en relación al paciente y que están
relacionados con su propia modalidad de establecer vínculos. Ante estos afectos,
cuya emergencia al igual que la transferencia es inevitable, el analista debe
abstenerse de actuarlos.
Guillermo: Prefiero que los pacientes utilicen el
baño del consultorio.
Marina: Sí, me imagino. Pero me dijiste que estaba
descompuesto el baño,
entonces…
Guillermo: Sí… dejemos acá, nos quedan 10 minutos.
Marina: ¿Qué?
Guillermo: Lo recuperamos la próxima, si te parece
bien.
Marina: (con mirada desafiante) Tenes miedo. ¿De
qué tenes miedo? ¿De qué me vea tu mujer? ¿O de que yo la vea a ella sentada en
un sillón con ruleros tomando cerveza? ¿Esta acá? ¿Está en la casa?
Guillermo: No tiene nada que ver con mi mujer, es solo
que no me parece
adecuado.
Marina: (se aleja sonriendo) Está bien, si tanto
te jode. Seguro que no te enseñaron esto en la facultad. (Se vuelven a sentar
enfrentados) ¿Qué hacer ante la siguiente situación?: una paciente enamorada de
su analista le pide usar el baño del consultorio, el baño del consultorio está
roto, le pide usar el baño de la casa, ¿Qué tiene que hacer el analista?
Respuesta correcta: depende de qué sienta el analista por su paciente.
Guillermo: Creo que el asunto del baño está fuera de
contexto. Quizás reaccioné un poco… bueno… no sé, podríamos interpretarlo…
Guillermo, efectivamente cede ante el acoso de Marina.
Su reacción denota la interferencia de afectos propios que no le permiten
mantenerse neutral y abstinente como se espera. Algo de sus propios impulsos amorosos
y hostiles en relación a las circunstancias que la paciente actualiza en la
terapia queda manifiesto sin que pueda desplazarlos. Sobre esta cuestión Freud
(1912) hace notar la importancia de que el mismo analista “se halla sometido a una purificación psicoanalítica, y tomado
consciencia de sus propios complejos que pudieran perturbarlo para aprehender
lo que el analizado le ofrece”. Solo así podrá conformarse una relación
entre inconscientes, donde el enfermo se atenga a la regla de asociar libremente,
y el analista logre mantener una atención libremente flotante.
BIBLIOGRAFÍA
- En
terapia. Capítulo 6 disponible en https://www.youtube.com/watch?v=YxSM9zbMnAA
- Freud,
Sigmund, (1912) “Sobre la dinámica de la transferencia”. en Obras Completas,
Vol. XII; Buenos Aires; Amorrortu Editores.
- Freud,
Sigmund, (1915). “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”; en Obras
Completas, Vol. XII; Buenos Aires; Amorrortu Editores.
- Freud,
Sigmund; (1917) 27ª Conferencia. “La transferencia”; en Obras Completas,
Vol. XVI, Buenos Aires. Amorrortu Editores.
- Freud,
Sigmund; (1937); “Análisis terminable e interminable”; en Obras Completas,
Vol. XXIII, Buenos Aires, Amorrortu Editores.
- Rodríguez,
Beatriz M., “La sonrisa estúpida. Reflexiones acerca de los estados afectivos
en el terapeuta, a propósito de un paciente operatorio”, en: Desde la Clínica , Buenos Aires,
UdeMM, 2010.
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Beatriz M., “Notas sobre transferencia” en: Desde la Clínica , Buenos Aires,
UdeMM, 2010.
- Rodríguez,
Beatriz M., “Sobreadaptación y órgano-neurosis” en: Desde la Clínica , Buenos Aires,
UdeMM, 2010.
que técnicas psicológicas se ven reflejadas ?
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