sábado, 19 de noviembre de 2011

Análisis de un fragmento del “Caso Dora” a partir del texto: La Femineidad y sus Metáforas (1)



Universidad de la Marina Mercante
Facultad de Humanidades
Carrera: Licenciatura en Psicología

Trabajo Práctico: Análisis de un fragmento del “Caso Dora” 
                                  a partir del texto: La femineidad y sus metáforas

Asignatura: Psicoanálisis I
Profesores: Dra. Beatriz M. Rodríguez
                     Lic. Gustavo Gaccetta

Alumna: Ana Cittá
Turno: Noche.
Año: 2011.


Introducción

El presenta trabajo tiene como objetivo realizar el análisis de un párrafo del “Caso Dora”, de Freud, a partir de la lectura del libro de la Dra. Beatriz Rodríguez: La femineidad y sus metáforas.

La Histeria de Conversión

…”La palabra histeria, derivada del vocablo griego hyter (útero), estaba íntimamente anudada a la anatomía femenina. Ciertamente el lenguaje en primer lugar establecía, y las prácticas sociales convalidaban luego firmemente, la conexión biológica entre la fragilidad del sistema nervioso de la mujer, su sexualidad, y la enfermedad”… [1]

 

En un principio Freud sostuvo que en cada caso (de histeria) era posible rastrear la ocurrencia de un abuso sexual infantil luego reprimiendo. Pero mas tarde cambió su explicación al afirmar que hallaba la causa de la histeria, no tanto en sucesos reales, como en fantasías de seducción de las propias pacientes.
Sus primeras teorías sobre la etiología de las “psiconeurosis de defensas”, sostenían que ésta correspondía a vivencias sexuales activas/pasivas traumáticas de la primera infancia, que en la pubertad -a causas de una vivencia sexual actual- eran recordadas y resignificadas deviniendo así en enfermedad. Los recuerdos de aquellas vivencias sexual traumáticas infantiles resultaban inconciliables para el yo, que al defenderse de las mismas provocaba enfermedad.
En el caso particular de la histeria el mecanismo defensivo del yo era separar representación de afecto, quedando la representación en un grupo psíquico y el afecto enviado al cuerpo. A partir de la escucha de sus pacientes histéricas, Freud descubre que muchos casos de seducción y violación que aparecían en sus relatos no habían ocurrido en realidad, que sólo formaban parte de las fantasías de ellas. Es en 1897 cuando le escribe a su amigo Fliess “mis histéricas me mienten” contradiciendo así la teoría del trauma. A partir de aquí Freud suma a la fantasía en su teoría, al develar el valor psíquico que tiene ésta en la vida anímica de la persona. 

…”Freud mismo reconoció la seriedad con que tomaba las fantasías inconcientes de sus pacientes, a las que asignaba carácter de realidad; en la consideración de que -en el inconsciente- no existe modo de diferenciar la verdad de la ficción investida de afecto”…[2] 

A consecuencia de estos descubrimientos desarrolla la teoría pulsional y escribe “Tres ensayos de teoría sexual”, explicando así el origen de la fantasía neurótica. En ella se juega la trama edípica reeditada nuevamente en la pubertad.
En 1905 escribe “Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis” y propone que muchas fantasías de seducción no son sino intentos por defenderse del recuerdo de la practica sexual onanista, o de deseos incestuosos. Entonces son los síntomas una formación de compromiso entre la libido y la represión. El histérico reprime esos deseos y esa libido es descargada por un sustituto que en la histeria es una parte del cuerpo.

La Histeria en el 1900: El caso Dora

En la época de Freud hombre y mujer se encontraban separados por un abismo de moral, de decoro y de salud, por lo que no debería extrañarnos que las últimas hallaran en la asunción de su rol de enfermas la oportunidad tanto de obtener cierto poder y manipulación domésticos, como el beneficio adicional de un efectivo control de la natalidad. De hecho, para aquellas damas a las que la sexualidad, considerada meramente un deber, resultaba odiosa o que, simplemente, deseaban evitar embarazos repetidos, sentirse enferma era un recurso aceptable.
Así, dado que el sexo era considerado repugnante por la mayor parte de las mujeres de “buena educación”, probablemente nada protegiera su virtud con más seguridad que una enfermedad, resultando por cierto bienvenido, una vez casadas, cualquier padecimiento que les permitiera sustraerse de sus “deberes conyugales”. Si toda excitación sexual debía ser reprimida, dando ocasión a sentimientos predominante o exclusivamente displacenteros, podemos suponer en ellas (como señala Freud) el desarrollo de una histeria, ya fueran capaces o no de producir síntomas somáticos. Infinidad de mujeres descubrieron paradójicamente en la enfermedad, el único instrumento que les quedaba para firmarse en la vida, hallando en la epidemia de la histeria, una estrategia para oponer resistencia a un rol social intolerable; aunque también una manera de aceptar la “morbidez” que se le suponía propia”…[3]

En el fragmento del “Caso Dora” que se transcribe a continuación podemos observar una especie de resumen de todo lo expuesto hasta aquí:

“A menudo, los motivos para enfermar empiezan a obrar ya en la infancia. La niña hambrienta de amor que de mala gana comparte con sus hermanos la ternura de los padres observa que esta vuelve a afluirle si ella enferma y causa inquietud en los padres. Ahora conoce un medio para granjearse el amor de sus progenitores, y se valdrá de él tan pronto como disponga del material psíquico para producir una enfermedad. Cuando la niña se ha hecho mujer y, en total contradicción con los reclamos de su infancia, se ha casado con un hombre desconsiderado, que sofoca su voluntad, explota sin contemplaciones su capacidad de trabajo y no le brinda ternura ni le da dinero, la única arma que le queda para afirmarse en la vida es la enfermedad. Esta le procura la anhelada consideración, obliga a su marido a hacer sacrificios pecuniarios y a usar miramientos que no habría tenido de estar ella sana, y, en caso de que se cure, lo fuerza a tratarla con precaución, pues de lo contrario amenaza tener una recaída.”[4].

Conclusión

Dora representa a una mujer de su época. En una sociedad que sofocaba los deseos de las mujeres, quienes no contaban con herramientas y valor para enfrentarla, hallaron en la enfermedad un refugio, una aliada.

 

Bibliografía

Freud, Sigmund. (1981) “La etiología de la histeria”. En: Obras Completas. Amorrortu Editores.
Freud, Sigmund. (1893-1895). “Estudios sobre la histeria”. En: Obras Completas. Amorrortu Editores.
Freud, Sigmund. (1901) “Fragmento de análisis de un caso de histeria”. En: Obras Completas. Amorrortu Editores.
Rodríguez, Beatriz M. La femineidad y sus metáforas; Buenos Aires; Lugar Editorial; 2005.




[1] Rodríguez, Beatriz M. La femineidad y sus metáforas, Pág. 58; Buenos Aires; Lugar Editorial; 2005.
[2] Rodríguez, Beatriz M. La femineidad y sus metáforas, Pág. 60; Buenos Aires; Lugar Editorial; 2005.
[3] Rodríguez, Beatriz M. La femineidad y sus metáforas, Pág. 58; Buenos Aires; Lugar Editorial; 2005.
[4] Freud, Sigmund. [1901] “Fragmento de análisis de un caso de histeria”. (Caso Dora -Pág. 40) En: Obras Completas; Buenos Aires; Amorrortu; 1992

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