miércoles, 24 de septiembre de 2014

Sueño, Deseo y Procesos de Pensamiento

(FRAGMENTO) 


LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

ASIGNATURA: PSICOANÁLISIS I

Profesora Titular: Dra. Beatriz M. Rodríguez
Profesor Adjunto: Lic. Gustavo Gaccetta

Alumna: Miriam V. Jenicek
Turno: Noche


El psicoanálisis aportó desde sus concepciones, la diferencia entre la realidad fáctica y la realidad psíquica. La realidad virtual resulta una tercera realidad en donde se interconectan estas dos realidades, como forma de interconexión, valga la redundancia, entre los seres humanos a escala global a través de los medios electrónicos.
Teniendo en cuenta que nosotros percibimos estímulos externos e internos ¿qué lugar tomaría esta nueva realidad, desde el punto de vista del funcionamiento del aparato psíquico?
Desde el punto de vista de la teoría de los mecanismos del sueño y del funcionamiento del aparato psíquico, podríamos explicar esta nueva realidad como un proceso en cierto modo análogo. Si tomamos como refiere el artículo a la realidad virtual como “una ilusión tridimensional”.
El mecanismo del sueño, desde el psicoanálisis, se basa en el modelo teórico del aparato psíquico sacado de la física (modelo del peine) para explicar el funcionamiento de la actividad psíquica. El aparato psíquico está compuesto por instancias o sistemas. No tiene un ordenamiento espacial pero tiene dirección, tiene un ordenamiento temporal antes-después. La actividad psíquica se inicia en el extremo del polo perceptivo-sensorial del aparato psíquico, proceso de las neuronas sensitivas. Freud lo considera un aparato de reflejos con tendencia a la descarga. Se perciben concientemente los estímulos externos e internos, los cuáles producen respuestas o innervaciones motoras, una tensión progrediente y displacentera que provoca la descarga de esa energía a través de la motilidad, proceso de las neuronas motoras como función del extremo del polo motor del aparato psíquico.
La percepción de los estímulos forma huellas mnémicas que se enlazan en la memoria principalmente por asociación, primero por contigüidad temporal, o por temática o contenido de forma o afectivo, y se almacenan en el inconciente de forma permanente en forma de recuerdos. La persona, dice Freud, adquiere su carácter gracias a los recuerdos inconcientes formados por huellas mnémicas.
La percepción sensorial no se puede acumular, es fugaz. Le brinda cualidades a la conciencia aquí y ahora. Los recuerdos inconscientes pueden pasar a la conciencia, pero en el recuerdo no está impresa la cualidad sensorial. Una percepción actual me trae a la conciencia el recuerdo. El aparato psíquico está formado por pantallas que son instancias criticadoras o censuras entre el preconsciente e inconsciente y entre el preconciente y lo conciente. Pero él mismo se las ingenia para burlar ambas pantallas. El Inconsciente no tiene acceso directo a la Consciencia, salvo a través del Preconciente, el cual es operado por la censura y es modificado por los estímulos concientes. 
(…)
¿Cómo funciona el aparato durante el sueño?
Cuando dormimos no hay posibilidad de descarga motriz, entonces, el aparato psíquico toma el camino regrediente reflejo, es decir, desde el extremo motor (inhibido) hacia el extremo sensorial y esta es la razón por la que soñamos en imágenes. La corriente psíquica durante la vigilia va del polo sensorial al polo motor. En el sueño es al revés, hay una regresión.
Analogía con la realidad virtual:
Durante el sueño, el mundo externo se clausura. La actividad onírica mantiene dormido al soñante, mientras los estímulos (tanto externos como internos) se incorporan al sueño. En el caso de la realidad virtual, el casco y demás adminículos ayudan a aislarse de los estímulos externos. Incluso la propia adictividad e inmersión en el juego, producen como consecuencia el aislamiento sensorial del mundo externo.
Las imágenes o alucinaciones son huellas mnémicas que ya percibimos antes en la infancia o no pero nos llevan al deseo de la infancia que es el motor del sueño. Los sueños de los niños son transparentes, mientras que los de los adultos fueron desfigurados producto de la censura de aquel deseo infantil que el sueño se encarga de mantener inconciente, por ser incompatible con el yo del adulto. El factor desencadenante del sueño es un deseo insatisfecho que puede ser un desencuentro íntimo, un deseo sofocado del Preconsciente al Inconsciente, una escena de la noche anterior, un resto diurno. En el fondo, el deseo insatisfecho original, es un deseo infantil incapaz de llegar a la conciencia, que se apuntala y refuerza, se activa en estos deseos actuales más o menos cercanos a la conciencia.
(…)
En el sueño se inhibe la función motriz por un lado y, por el otro, en partes del sueño el cerebro no descansa; al soñar está tan activo como cuando estamos despiertos. A nivel psicológico, protege la psiquis eliminando estímulos perturbadores del dormir por vía de la satisfacción alucinada. Soñamos para no despertar. Freud dice que el elemento onírico “es algo no genuino, un sustituto de otra cosa, de algo desconocido para el soñante”. El conocimiento de aquello de lo cual el elemento onírico es un sustituto está presente en el soñante, pero le es inaccesible; en tanto la técnica de interpretación onírica radica en que “emerjan, por asociación libre sobre estos elementos, otras formaciones sustitutivas desde las que podemos colegir lo oculto”.
En este punto Freud introducirá el concepto de lo inconsciente para referirse a lo que previamente había sido descrito como ‘oculto’, ‘inaccesible’, ‘no genuino’, a todo aquello ‘inaccesible a la conciencia del soñante’. Por oposición se llamaran conscientes a “los elementos oníricos mismos y a las representaciones sustitutivas adquiridas por asociación a partir de ellos”.  Con esta definición no busca armar toda una construcción teórica, pero sí rescatar que el uso de la palabra ‘inconsciente’ como descripción conveniente y fácilmente comprensible es inobjetable. Ahora bien, si se toma la concepción del elemento onírico y se lo transfiere a todo el sueño, se tiene que el “sueño como un todo es el sustituto desfigurado de algo diverso, de algo inconsciente, y la tarea de la interpretación del sueño consiste en hallar eso inconsciente”. En otras palabras, el sueño es una totalidad desfigurada. O sea, que el sueño recordado no es lo genuino, sino su sustituto desfigurado. Mediante evocaciones de otras formaciones sustitutivas se nos ayudará a “acercarnos a lo genuino, a hacer consciente lo inconsciente del sueño. Por tanto, si nuestro recuerdo es infiel, simplemente se debe a que se ha introducido en ese sustituto una desfiguración más”.  Surge en el trabajo de la interpretación lo que  Freud llamó resistencia cuya exteriorización son objeciones por parte del soñante y son justamente aquellas ocurrencias que querían sofocarse (ocultarse) las que “se revelan sin excepción como las más importantes, las decisivas para descubrir lo inconsciente”. En este punto introduce un elemento cuantitativo (o si se prefiere gradual) con respecto a la resistencia. Cuando existe muy poca resistencia con aquello inconsciente (por ejemplo, algún deseo en particular) la desfiguración del sueño es muy baja y, por ello, es fácil que una ocurrencia (o unas pocas) nos lleve desde el elemento onírico hasta su inconsciente. Mientras que si existe una mayor resistencia con respecto a ese deseo en particular las desfiguraciones van a ser mayores y se necesitaran de largas cadenas de asociaciones para llegar a lo inconsciente. Freud consideraba que el sentido de los sueños es un sentido singular, se descompone pieza por pieza se asocia cada pieza en detalle con representaciones psíquicas (en conglomerados de representación), y cada fragmento consta de una serie de representaciones y asociaciones. El sueño se interpreta en detalles y cada fragmento va a dar lugar a una serie de ocurrencias. El sueño es muy complejo, podemos encontrar muchas asociaciones incluso en el tono de la palabra. Los estímulos perturbadores se refieren a ese o esos deseos no reconocibles gracias a la censura y gracias a los mecanismos del sueño de condensación o compresión y desplazamiento. Entonces, lo que la persona va a relatar en el recuerdo del sueño es el contenido manifiesto, que es un sustituto desfigurado formado por el inconciente de un contenido latente en si mismo. El aparato psíquico produce sueños y los sueños se producen a partir de los mecanismos del sueño (MS). Estos son la condensación, que es un mecanismo de elaboración onírica por el cual se subrogan o sustituyen en una única representación varias cadenas de interpretaciones. Varias ideas o elementos del contenido latente se reúnen en una sola imagen o representación del contenido manifiesto del sueño. Consiste en la concentración de varios significados en un solo símbolo; así, una persona soñada puede representar a varias personas de la vida real del individuo, un solo objeto a varios, una sola palabra a varias. La condensación se produce porque: 1) Ciertos elementos latentes se omiten por completo; 2) De muchos complejos del sueño latente sólo un fragmento se traspasa al manifiesto; y 3) Elementos latentes que tienen algo en común se aúnan en el sueño manifiesto, quedando fundidos en una unidad. Formas de condensación: compresión o condensación, superposición, yuxtaposición y síntesis. 
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Luego, existe desplazamiento el cual es un mecanismo de elaboración onírica, por el que el significado fundamental del sueño puede aparecer en el contenido manifiesto como un elemento accesorio o secundario, y, al revés, el elemento más importante del contenido manifiesto presentarse como un elemento secundario del auténtico sentido. Este mecanismo hace que se traslade el significado desde la parte central del sueño a lugares accesorios de éste, ocultando al soñador el contenido onírico. Se exterioriza de dos maneras mediante la alusión: en lugar de soñar con un barco, sueño con la vela. O mediante el afecto o excitación se desplaza de un contenido importante a otro menos importante. Otro mecanismo es la regresión. A través de la regresión todos los sueños se abastecen de contenidos, deseos antiguos reprimidos, ideas latentes que están en la vida psíquica de las personas normales y gastan energía al no poder liberarlas haciéndolas conscientes, realizándolas por cuestiones morales, sociales, personales, etc., el mecanismo de regresión que es el que permite regresar a tiempos y recuerdos pasados y recuperar esas ideas para cumplir los deseos reprimidos, es el que junto con la condensación y desplazamiento da el significado del sueño. Por último, la figuración es la manera de objetivar un pensamiento en una escena: no hay palabras sino imágenes. Vivenciarla como protagonista o espectador o en 1er plano. El escenario del sueño es diferente al escenario de la vigilia, por el carácter regrediente de las imágenes oníricas. Como el sueño es una representación plástica, porque nosotros soñamos en imágenes, se tomó de la plástica el término de figuración (formación o expresión de una imagen plástica) y desfiguración para explicar lo contrario, que sería cambiar/desfigurar esa imagen por otra. La función del sueño es deformar el contenido latente. El sueño elimina los estímulos perturbadores del dormir a través de la satisfacción alucinada.
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En la 8va conferencia Freud dejó en claro que “los sueños son eliminaciones de estímulos (psíquicos) perturbadores del dormir, por la vía de la satisfacción alucinatoria”, razón por la cual cada vez que un sueño nos resulta plenamente comprensible, revela ser el cumplimiento de un deseo. No obstante ello, la comprensión del sueño no es inmediata porque existe una desfiguración onírica que nos lo presenta como ajeno e incomprensible. Lo que buscará Freud en relación a esta desfiguración es saber, “en primer lugar, de dónde proviene, su dinamismo; en segundo lugar, lo que hace, y por último, cómo lo hace”. Por otro lado, está la censura en el sueño. Son varias las maneras en las que se manifiesta la censura, ya sea i) recordando débil, imprecisa o dudosamente un elemento del sueño; o, ii) produciendo atenuaciones, aproximaciones, alusiones en lugar de lo genuino; o, iii) desplazando el acento, reagrupando los elementos del contenido del sueño. Así, la “omisión, modificación, reagrupamiento del material son, por tanto, los efectos de la censura onírica y los medios de la desfiguración del sueño. La censura onírica misma es la causante, o una de las causantes, de la desfiguración del sueño”. Lo que en el trabajo de la interpretación suele aparecer como la resistencia por alcanzar el elemento inconsciente, suele ser en el trabajo del sueño la censura, la cual no se agota en la producción de la desfiguración, sino que permanece con el objetivo de mantener dicha desfiguración. Ahora bien, ¿qué es aquello que genera la censura?  Hasta el momento tenemos que la censura es la responsable de la desfiguración del sueño, pero aún no sabemos qué tendencias ejercen la censura y contra cuáles se ejercen. Las tendencias que ejercen la censura son aquellas con las cuales uno se siente más “cómodo”, considera que es lo “correcto” (…); mientras que las tendencias contra las cuales se dirige la censura serían de naturaleza enteramente repudiable, chocantes en el aspecto ético, estético o social, cosas en las que ni siquiera se osa pensar o en que se piensa con repugnancia (…). En el sueño los deseos censurados que alcanzan una expresión desfigurada son exteriorizaciones de un egoísmo sin límites ni miramientos de un yo desembarazado de todo freno ético, de todo tipo de censura y busca la satisfacción de todos los deseos que tiene. No obstante, a fin de no interrumpir el dormir, la censura se ejerce y se desfigura el sueño frente a un deseo determinado. La “desfiguración onírica es una consecuencia de la censura ejercida por tendencias admitidas del yo en contra de mociones de deseo cualesquiera, chocantes, que se agitan en nosotros por las noches, mientras dormimos”. Estos deseos que buscan perturbarnos mientras dormimos, nos son desconocidos y solo mediante la interpretación del sueño nos enteramos de ellos; son, por tanto, inconscientes. Freud habla de buscar el deseo inconciente, pero además la censura que lo sofoca.
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Los dos modos de funcionamiento del aparato psíquico, tal como fueron descritos por Freud pueden ser radicalmente distinguidos. Desde el punto de vista tópico: el proceso primario caracteriza el sistema inconsciente, Desde el punto de vista económico-dinámico: en el caso del proceso primario, la energía psíquica fluye libremente, pasando sin trabas de una representación a otra según los mecanismos del desplazamiento y de la condensación; tiende a unir las representaciones ligadas a las experiencias de satisfacción constitutivas del deseo (alucinación primitiva). El proceso primario funciona a través de imágenes y no de palabras. Existe desde el comienzo de la formación del aparato psíquico porque viene en la programación del niño. La energía es libre, no está ligada a ningún recuerdo, y busca una descarga directa. En el bebé la energía va directo hacia la descarga de tensión sin rodeos y produce placer. Por esto, en este momento rige sólo el principio del placer, no hay postergación de la satisfacción. No está el principio de contradicción, ya que no existe negación ni afirmación. Pueden convivir los opuestos. No hay causa y efecto, no hay concatenación lógica de los sucesos. No hay palabras, sólo imágenes. Desde el punto de vista tópico, el proceso secundario caracteriza el sistema preconsciente-consciente. Desde el punto de vista económico, en el caso del proceso secundario, la energía es primeramente «ligada» antes de fluir en forma controlada; las representaciones son unidas de una forma más estable, la satisfacción es aplazada, permitiendo así experiencias mentales que ponen a prueba las distintas vías de satisfacción posibles. Este funcionamiento psíquico es un proceso progresivo elaborado secundariamente. A medida que el niño va interactuando con el medio, aprende a tolerar la postergación, la frustración que le produce la postergación. La madre lo calma con la palabra. Es la forma de trabajo del preconciente, y se va constituyendo su funcionamiento a lo largo de toda la vida. Es más complejo, inhibe al proceso primario. A nivel conciente, funcionamos a través de ella. La energía está ligada, inviste a la representación. Existe un rodeo hacia la meta del  placer por la inhibición de la descarga. Busca el placer, pero lo demora. Rige el principio de realidad. Lo que nos impone la realidad es la postergación. Hay identidad de pensamiento. Una cosa es lo que es y no puede ser lo opuesto. Existe el principio de contradicción. Inhibición de la regresión para no llegar a la alucinación. Está regido por la lógica formal. La oposición entre proceso primario y proceso secundario es correlativa de la existente entre principio de placer y principio de realidad.
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La elaboración secundaria en el sueño, nos sirve para traducir las manifestaciones del inconciente a un lenguaje comprensible. La palabra es mediatizadora, habla de la importancia del preconciente. Es una forma de reacción del sistema Percepción consciencia perteneciente al yo, ante todas las imperfecciones, incongruencias, errores, etc. de las percepciones y hasta de las mismas actividades de pensamiento. Tiende a rellenar, a tapar, no percibir las imperfecciones, y a darle una forma coherente y lógica adecuada al proceso secundario. No pertenece al trabajo del sueño, sino que es el trabajo del yo ante la alucinación del sueño, por lo tanto una percepción a la que se le da creencia y a la que se le trata de entender desde el mismo momento de la percepción y más aún, en el momento de ser contado el contenido manifiesto del sueño. El efecto logrado es el contrario al aparentemente buscado por el yo consciente, pues con la elaboración secundaria el sueño se hace más coherente formalmente pero menos entendible en lo que hace a su lógica. Ello sirve a los fines de la censura, pues oculta el deseo reprimido. A la elaboración secundaria recurren también los síntomas neuróticos, especialmente los de la fobia y la neurosis obsesiva, en las que se confunde con la racionalización. Es también parte importantísima de la elaboración del delirio paranoico.
No podemos vivir sin proceso primario, pero sin proceso secundario, no podríamos sobrevivir en la sociedad.
(...)
La tecnología, y en particular la realidad virtual, posibilitarían cumplir el deseo escondido en esa alucinación primitiva de satisfacción que le permite al yo adulto dejar de rodear la descarga de la tensión producto del proceso secundario del inconciente, conciliar lo latente y lo manifiesto, y volver a descargar directamente la tensión (…). Seguramente, las historias e imágenes están a disposición de la consumación de este hecho, totalmente inconciente en la persona que está jugando roles o que utiliza la realidad virtual, ya que anula el proceso de pensamiento normal, se concentra en las sensaciones, y en definitiva, en la obtención del placer como objeto final y meta de la pulsión. O también podría ser el camino por el cual huimos de una primera vivencia dolorosa o de un afecto obsesivo que no podemos resolver, hacia una alucinación más placentera.
Entonces, la tecnología no es más que un medio para obtener la descarga de las diferentes pulsiones. La palabra queda en un plano muy acotado en este mundo. Socava el proceso de pensamiento reflexivo y de concentración, la relación subjetiva con la noción de tiempo, la ilación de la secuencia lógica de un pensamiento, donde la adaptación y aprendizaje de la lecto-escritura quedan muy por fuera de ese mundo. El escape desmesurado de la realidad y sus contradicciones, de la falta de postergación de la realización del deseo, de la falta de frustración, mediante la tecnología, sería como cualquier otro medio que nos sirva para eliminar la conciencia y ubicarnos como cosas producto de una sociedad alienada. Como cualquier adicción destructiva.
La realidad virtual, especialmente dentro de las nuevas formas de comunicación tecnológicas, posee la virtud de espejar un proceso mental en el ser humano análogo a las formaciones de compromiso. La comunicación masiva tecnológica es una forma de estar en el mundo. Describe algunas caras y aristas de nuestra forma de percibir y asir el mundo externo e interno en el que estamos inmersos como paradigma de nuestra actualidad.
Entonces, la realidad virtual se diferenciaría del desarrollo del aparato psíquico en cuanto se ubica en el primer estadio de desarrollo, que es el proceso primario. No podría evolucionar hacia un proceso secundario, ni mucho menos el sujeto podría realizar una elaboración secundaria del paradigma en el que estamos inmersos. Podría decirse que estas experiencias quedarán sólo en el plano sensorial al desconectarnos, nuestro aparato psíquico volverá a procesar la información tal como siempre, adecuándose nuevamente a la realidad fáctica. Pero todavía está por verse las huellas mnémicas que pueden llegar a formarse o no, la calidad del proceso secundario en el aparato psíquico luego de estas experiencias, y las adaptaciones del ser humano, a nivel biológico y psíquico a partir de los constantes cambios en nuestra sociedad, ya que básicamente somos seres bio-psico-sociales.
¿Cómo articulamos la constitución subjetiva y la realidad social?
El entorno socio cultural posee funciones de sostén narcisista e identificatorio. Hace ya décadas se pensaba que la escuela era una institución importante en la producción de ideologías colectivas y estuvo protagónicamente ligada a los procesos de formación cultural y de ascenso social. Pero el mercado ha tomado la delantera y nunca como hoy ha afinado las necesidades apuntando de manera precisa al imaginario de los consumidores. La impronta del consumo es hoy central en la transmisión del código social, y es incorporada tan tempranamente que pasa a formar parte de la trama identificatoria inicial. Esta observación se corresponde con el diagnóstico de una sociedad que ha sido ganada finalmente por el dominio de la imagen, el espectáculo, o el simulacro. “La imagen se ha convertido en la forma final de la cosificación para su transformación en mercancía”. (Debord; 1967). Un mandato trans-subjetivo convierte los cambios tecnológicos en un enunciado que dice que “todo se puede”. Se  puede cambiar la edad mediante la cirugía plástica; se puede dominar el placer y el displacer mediante las drogas; se puede fabricar un ser igual a uno mismo mediante la clonación, etc. Si bien estos enunciados parecen ampliar el campo de lo posible actúan muchas veces en discordancia con el tiempo interno necesario para su asimilación. Un transcurrir insoportablemente veloz del tiempo y una huida hacia delante de las cosas marcan la monotonía cotidiana con hachazos penetrantes pero siempre iguales y se construye un presente que repite constantemente “tensión-distensión”. La falta de compromiso o la evitación para el procesamiento de los conflictos psíquicos es muchas veces, el factor subyacente. Pero de cualquier forma las transformaciones tecnológicas son irreversibles por varias razones: en primer lugar porque desencadenan procesos sociales y productivos que tienen un impacto material tan fuerte como social y en segundo lugar porque operan en la dimensión cultural produciendo reformas no sólo técnicas sino incorporándose al imaginario convertidas en estilos que se presentan como la “naturaleza” de los discursos y las prácticas.

Bibliografía
Debord, Guy [1967] La sociedad del espectáculo. Paidós. Buenos Aires
Freud, Sigmund [1899] “La interpretación de los sueños”, en: Obras Completas, Vol. IV y V, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1992.
Freud, Sigmund [1915-16] “Conferencias de introducción al psicoanálisis”, en: Obras Completas, Vol. XV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1992.
Freud, Sigmund [1916] “14ª Conferencia. El cumplimiento del deseo”, en: Obras Completas, Vol. XV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1992.
Freud, Sigmund [1907] “El creador literario y el fantaseo”, en: Obras Completas, Vol. IX, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1992.
Rodríguez, Beatriz M. [2010] “Realidad virtual y psicoanálisis” en: ATENEA Publicación Académica de la UdeMM; Año IX – Nº 9; Buenos Aires; noviembre 2012.
Schust, Jaime P.; Contreras, Marily; Bersten, Marta; Carrara, Pilmayken & Parral, Jorge [1999] Redes, vínculos y subjetividad. Su recomposición como objetivo terapéutico. Lugar Editorial. Buenos Aires


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