sábado, 6 de septiembre de 2014

Articulación teórica “Realidad Virtual” y Teoría Psicoanalítica




Universidad de la Marina Mercante

Licenciatura en Psicología

 

Asignatura: Psicoanálisis I


Profesora Titular: Dra. Beatriz M. Rodríguez


Profesor Adjunto: Lic. Gustavo Gaccetta


Alumna: Susana Estevez


Año: 2014



El presente trabajo intenta articular el concepto de Realidad Virtual con la Teoría Psicoanalítica.

Para ello tendremos en cuenta la publicación realizada por la Dra. Beatriz Rodríguez (2012) en la revista de la Universidad y puntualmente el capítulo VII del libro de S. Freud “La interpretación de los sueños” (1900).

Quisiera remarcar a mi criterio, la importancia dada desde el título del artículo a la relación establecida entre ambos constituyentes, con un nexo que los iguala e incluye en una misma categoría. “Realidad Virtual y Psicoanálisis”.

Comenzaremos por definir a la realidad virtual como un sistema tecnológico que utiliza novísimos instrumentos a fin de lograr gracias a ellos, transportar a las personas a una realidad material cuya existencia “pareciera” verdadera. La persona inmersa en ese espacio puede circular por allí libremente, atravesarlo, apropiarse de él.

Viene al caso la siguiente digresión. Como dijo Freud hay una realidad fáctica, por ejemplo la de estar escribiendo este trabajo y una realidad psíquica que logra filtrar un recuerdo  a través de una asociación afín a este tema.

 En una película estrenada este año, Divergente, se realizan unas pruebas colocándoles a los personajes unos cascos y conectándolos a un equipo son trasladados virtualmente a diferentes lugares en los que tienen que tramitar acciones, tomar decisiones, resolver de la mejor manera los conflictos que se les presentan; como ser encontrar la forma de no ahogarse en una cubeta que dé a poco se va llenando de agua, y el personaje debe resolver qué hacer para no morirse, en otra escena tiene que escapar de un animal salvaje que lo persigue y otras situaciones similares.

Se transita “libremente” por una realidad que pareciera ser real y material, se alucina con la satisfacción de salir aireado, lograr el éxito, como sucede con los jueguitos del video juego, donde la muerte no es la muerte el muñequito, animalito o tipito reviven una y otra vez acumulando vidas in aeternum. Esto sucede en un tiempo siempre presente, simultáneo.

Pero en algún momento el jueguito acaba, se retiran los cascos tienen que sobrevivir en esta vida que continúa, lenta, tediosa con objetos y personas físicas de existencia real, con rutinas, con pensamientos lógicos concretos.

 Cabría preguntarse: ¿qué sucedió?  Sucedió que se introdujo, se recreó, se coló durante la vigilia, las condiciones del proceso primario de pensamiento.

Al igual que el durmiente cuando reposa en su cama, donde logra desconectarse del mundo exterior y reina el reposo, la motilidad cede, se paraliza, para dar lugar al regreso a otra vida en la que la realidad legítima que gobierna es el pensamiento inconsciente, y a través del sueño logra expresarse y cumplir su deseo. Este es el espacio de pleno derecho del proceso primario.

Propongo establecer un paralelismo entre  realidad virtual sin fronteras  y el sueño como ombligo del mundo, relacionándolo con los dos principios del acontecer psíquico.

Cuando Freud habla del aparato psíquico dice que los mecanismos utilizados son los mismos tanto para sanos como para enfermos y que está compuesto por instancias que poseen una forma de ordenamiento temporal y una direccionalidad.

Toda actividad psíquica surge de estímulos que pueden ser internos o externos, estos entran por medio de las percepciones y va a llamar a este lugar, Polo Perceptivo, y a las descargas de energía, a la salida, Polo Motor. A este circuito lo denominó esquema del peine, es un esquema teórico ya que no está localizado en ningún lugar específico. Freud necesita legitimar su pensamiento y lo hace a través de la utilización del lenguaje de la física para darle el valor de ciencia.

Lo equipara a un aparato de reflejo, como un telescopio, lo que se ve no es el cuerpo material en sí, sino una imagen.

Al sistema situado en el polo perceptivo lo va a llamar inconsciente, porque no comunica con la consciencia sino a través del preconsciente, éste tiene la llave de la motilidad voluntaria y está situado en el polo motor.

Entre cada instancia se levanta la censura que a modo de pantalla filtra lo que debe o no pasar, es un sistema criticador que impide salir a la luz, las cosas no deseadas.

El único proceso psíquico que puede desarrollarse en el primer sistema es el proceso primario, la psique realiza un trabajo al que Freud denominó trabajo del sueño.

Él lo representa imbuido por las ideas marxistas de la época, como socio industrial en la formación del sueño a las ideas o restos diurnos encargadas de despertar un deseo inconsciente, y como socio capitalista, al sueño; el gasto psíquico va a ser un deseo de lo inconsciente.

Vamos a definir al deseo como una corriente que parte del displacer y tiende hacia el placer. Los deseos inconscientes siempre se hallan en actividad pero a pesar de ello no poseen durante el día la energía suficiente ni el permiso denegado por la censura para expresarse. Recién al surgir el estado de reposo, éste inviste con toda su energía para formar el sueño. De esta manera a través de diferentes mecanismos se transforman los contenidos latentes para poder ser aceptados por el yo, aplicándoles toda clase de deformaciones.

A través de los mecanismos del proceso primario, justamente por ser primero en el tiempo, dado desde el comienzo de la vida, sin esto no hay funcionamiento psíquico y éste es inconsciente. Cuando el bebé nace experimenta una necesidad, primero alucina con la satisfacción de esa tensión que le provoca el tener hambre, aquí se da el comienzo donde la energía psíquica fluye libremente y no está ligada a ninguna representación, va hacia la descarga directa, rápida, inmediata y debería proporcionarle placer, ejemplo succionar el dedo, esto lo va a calmar como sí, pero esto va a durar sólo un rato hasta que llega el alimento que satisface, el que lo va a calmar verdaderamente,  el que le otorga esa primera vivencia de satisfacción.

En esta etapa primitiva rige el principio de placer y esta manera de vinculación es típica de la infancia, donde no hay antecedente ni consecuente, todo es presente, simultáneo, inmediato, no rige el principio de contradicción, uno es lo que desea ser,  es en acto, puede ser grande o chico, estar vivo y muerto, hay yuxtaposición, no hay lugar para la lógica no hay negación ni afirmación. El proceso primario no es metafórico sino lineal.

Al soñar se conserva esta forma de pensamiento, realizando los deseos infantiles por un breve camino regresivo a la más temprana circunstancia del soñante, se conforma alucinatoriamente para seguir en este estado que no se sabe bien cuánto va a durar pero que provoca una enorme satisfacción.

Durante el proceso del sueño el contenido de las representaciones no es pensado sino transformado  en imágenes sensoriales, transportando al soñante a lugares que nunca habían ido, al mismo tiempo pueden estar acá y en la India, sin hijos cuando los tenían, como conductores cuando nunca habían sacado el registro, etc. y esas imágenes responden a otras reglas, a otros códigos, que no son los usados durante la vigilia, como decíamos al principio la realidad virtual ha encontrado la forma de apropiarse de estos códigos para dar la ilusión a los usuarios de la inmediatez, socavando las capacidades reflexivas y de concentración, ese es su triunfo y vigencia ya que ha burlado al preconsciente encontrando un atajo para permanecer impune a la crítica del yo, bajo el escudo de la realidad virtual.

En la construcción de las primeras huellas mnémicas, el aparato psíquico está incompleto, en esa decodificación que hace el infante donde se van a ir imprimiendo las formas en que se fueron satisfaciendo sus primeras necesidades para abrir paso a otro proceso tan importante  en el que la palabra va a adquirir el protagonismo, este es el proceso secundario de pensamiento, que se va a desarrollando paulatinamente en el curso de la existencia del ser humano , y tiene que ver con la incorporación de la cultura, del otro, el acto de pensar no es otra cosa que la sustitución del deseo alucinatorio. El proceso secundario es el que se desarrolla bajo la coerción del preconsciente, cuya misión es indicar a los impulsos provenientes del inconsciente los caminos más adecuados. Es el encargado de otorgar una identidad mental,  de pensamiento.

El proceso secundario actúa durante la vigilia,  está regido por el principio de realidad y   constituido principalmente por palabras, el pensamiento las necesita para expresarse, proyectarse emitir juicios críticos, este pensamiento es lógico formal, rige el principio de contradicción, hay discernimiento, las palabras permiten llegar a la comprensión, a entender e interpretar al mundo en que se vive. La palabra transmite los sentimientos y emociones por todo esto es tan importante el vínculo con palabra escrita, el leer nos provee  de una herramienta fundamental para la asociación para ponerle significado a las imágenes, las necesitamos para expresar los conceptos abstractos. A través de ellas privilegiamos el pensar sobre el percibir.

Cuando Freud en 1894 tuvo acceso al teléfono en su domicilio, toda una novedad para la época, él no dejó de privilegiar la escritura como el lenguaje “del ausente”. Vamos a transcribir sus palabras: “…un lujo inaudito se ha extendido hasta penetrar en capas sociales en las que jamás  había llegado antes…” (Freud, 1908; en la cita de Rodríguez, B. 2012). Tan actual el comentario, en nuestros días en los que todo el mundo pertenecientes a distintos estratos sociales tiene acceso a celulares de última tecnología aunque en ello empeñen la vida, permitiendo tener una conexión on line, full time, como el maestro, un gran visionario predijera “…tiempos futuros traerán nuevos y quizás inconcebibles progresos en este terreno de la cultura…” (Freud, 1930; en la cita de Rodríguez, B. 2012).

Las nuevas tecnologías ya forman parte de nuestra identidad, han penetrado tan profundamente en estos últimos años que ya forman parte de nuestro kit de humanos, como resultaría impensable salir a la calle desnudos, ahora también lo es sin el celular. Hoy se privilegia la imagen como lenguaje del ausente.

La hiperconexión que hay ha superado todas las barreras, las  de espacio y tiempo, las étnicas, sociales y podríamos agregar las íntimas. En este mundo globalizado todo es posible.

Se tiene acceso a los vínculos directos, a los amigos de los amigos, a los familiares de los amigos y a todo el que se quiera encontrar, a través del uso masivo de las redes sociales se despersonalizan los vínculos en los que se entran y salen sin tomarse el trabajo que significa conocer a otro en su totalidad, los fragmentos, la parcialidad desborda en la red, lo comprometido es brindar el tiempo para dar lugar a los procesos que se llevan a cabo en cualquier actividad que se emprenda, es poder renunciar a la inmediatez, para darle paso a los espacios para la lectura pausada de un artículo, de un libro. Espacio a la escucha con los tiempos del otro con una escucha genuina y no pensando en lo que sigue, en lo que me pierdo.

El éxito está dado por el acceso más rápido, episódico, no importa seguir la secuencia que es lenta e implica tiempo y atención, cada vez resulta más difícil sostener la linealidad, frente a la tentación de la transversalidad más económica e higiénica.

Lo preocupante es que al acceder en plena vigilia a este tipo de proceso desde etapas muy tempranas, ya que los bebés acceden al mundo digital sin el límite de un adulto atento, si primero toca la pantalla  y empieza a  interactuar en estas plataformas digitales  antes de manipular un librito de cuentos, antes de escuchar un relato, cada vez se irá debilitando  más el uso de la palabra, sacándole fuerza al proceso secundario tan necesario.

Dar un lugar específico al espacio de lo íntimo, lo privado, lo inconfesable aquello que es lo estrictamente singular, es dar una alternativa particular, es la dignidad de subrayar la dignidad del uno por uno. La conquista a batallar es privilegiar el pensar sobre el percibir, para ello se debería revalorizar el uso de la escritura, la lectura, la reflexión en lugar de rendir culto a la imagen.

Bibliografía:

Freud, Sigmund [1900] “La interpretación de los sueños” en: Obras Completas, Vol. V. Buenos Aires; Amorrortu Editores.

Pisoni, Norberto [2012] “La Presencia del Silencio”; en: Conexiones. Revista Argentina de Salud  Mental.  Nro. 27 Diciembre 2012, pp.11 a 16

Rodríguez, Beatriz M. [2010] “Realidad Virtual y Psicoanálisis” en: ATENEA Publicación Académica de la UdeMM; Año IX; Nº 9; noviembre de 2012.


1 comentario:

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